viernes, 29 de diciembre de 2006

En la Llama - Juan Eduardo Cirlot

Juan Eduardo Cirlot tal vez sea el poeta maldito por excelencia en la literatura castellana. Obra amplísima que jamás se dio a conocer. Al menos hasta que la editorial Siruela amablemente se hizo cargo del problema y editó, no solamente la mayor parte de su obra, concentrada en: "En la Llama" y el "El Ciclo de Bronwyn", sino que también hizo preciosas ediciones de su "Diccionario de Símbolos" y "Diccionario de istmos".

Recuerdo mis mis clases de literatura en secundaria. Góngora por aquí, Quevedo más allá, Larra, Espronceda y después varias generaciones de autores cuyos nombres siempre lío, no sé dónde meterlos y de todo ellos - por muy buenos que sean - sólo he leído algo de Pío Baroja porque en casa tenemos toda sus bibliografía. Después recuerdo mis escarceos con Baudelaire, con ese enfant terrible de Rimbaud, un poquito de Verlaine y finalmente mi adorado Tennyson con su precioso lirismo. Siempre seguiré defendiendo que era lírico y no victoriano.

¿Y dónde demonios metemos a Cirlot? Era catalán, escribió durante la segunda mitad del siglo XX. Y nadie ha oído nada de él. No es de extrañar teniendo en cuenta el periodo de agiatación política y lo mucho que se pasó el hombre por el forro escribir nada al respecto. Los estudiosos lo catalogan de onírico, surrealista y no sé cuantos más términos cuyo significado no termino de entender. Yo sólo sé que las imágenes de sus poemas están más cerca de todos esos poetas franceses terribles y borrachos de absenta y de esas imágenes congeladas, nítidas de Tennyson. Nada típico de la poesía en castellano. Que románticos fueron tres y los tres murieron jóvenes.

Creo que es esta colección de imágenes lo más característico de la obra de Cirlot. Cuenta con símbolos propios, nada de elementos y metáforas desgastadas. Por lo tanto es un poco como un laberinto. En un principio no hay quien sepa lo que quiere decir con tanto emblema que nadie ha oído hasta la fecha, pero poco a poco, tras lecturas se va desentramando. Y te das cuenta de que todos esos símbolos innovadores tienen, en su fondo, una base cultural válida, aunque al margen de lo puramente tradicional.

Un oleaje de símbolos e imágenes en los cuales unos se comen a los otros, y aparecen y desaparecen tan rápido que no sabemos a dónde mirar para asimilarlo todo.

Los temas. Otro grandioso punto a tener en cuenta. Al menos para mí porque les he cogido cariño. Creo que son dos los destacables, y cada cual se distancia más de la realidad - algo a lo que los escritores castellanos parecen tener pánico. El primero y tal vez menos común es la dicotomía a la que se enfrenta el poeta. Ese mundo interno y ese mundo externo y la lucha entre ambos. Esa maldición que genera tanto dolor por separarnos de todo, por hacer que nadie vea lo que vemos; pero que a la vez acarrea la satisfacción poética de la creación, de ver lo inexistente y más adelante darle vida.

El segundo tema es el amor. Típico donde lo haya. Pero nada del amor pausado, tranquilo, con una cítara a la orilla del río. Es más bien un amor de llamas, que produce tanto dolor y desgarra tanto, como nos acerca a la otra persona. Bendición y maldición todo junto. Lo más importante es que a diferencia de muchos poetas, Cirlot ya sabía que cantaba a alguien que no existe XD Esa Reina, ese arquetipo eterno de mujer, que trae la vida, el placer, el dolor y la muerte. Todo en uno, como el HS. Y a ella le dedico todo ese "Ciclo de Bronwyn" y una gran cantidad de poemas de "En la Llama".

Una de las cosas más dulces de esta historia de amor, es que a lo largo de toda la obra nunca se repite a si misma. Adopta mil formas y mil historias vive junto a ella. La conoce, lo abandona, lo mata, lo ama de mil maneras y bajo mil rostros. Y lo tortura. Sí. Eso también mucho. Y sin embargo, ella siempre es la misma. Es bonito que al final decidiera llamarla Bronwyn.

Como apunte final me gustaría decir que no es para nada una poesia pasiva, lenta, y pausada. Es más bien indeciblemente activa, violenta, dolorosa, cruel. Que se retuerce de dolor sobre sí misma. Así que no aburre, como mucho marea. Y sin embargo dentro de todas esas emociones agudas y punzantes, se puede encontrar también la dulzura más hermosa, más leve, y sutil. Por lo tanto, la más dulce. Dulcísima, como decía Edu.

Algún día escribiré algo más al respecto. Cirlot da para mucho, mucho mucho. Esto lo dejo a modo de introducción. Se lo recomiendo a todo el mundo con tendencia a volar por la ventana y exponerse a lo que no existe (un poco neurótico eso sí) y dejo el poemilla de Anatema.

Quieres matar tus dientes, tus duros crisantemos
quieres dejar la noche en tus piernas quemadas
por no abrir esos brazos cargados de cerrojos.

Quieres morirte virgen en tu caverna blanca.

Entre tus aposentos el odio se establece
y maneja cadenas de príncipes dementes
esgrimiendo llanuras sin pastos ni dolores.

Quieres cegar los pozos que en el invierno balan
quieres dejar tu vientre sin ciruelos azules
quieres morirte sola, poblada de rugidos.

Malditos son tus surcos sin leche y sin arados
malditas son tus tierras sin álamos ni besos
malditas tus heridas, tus canciones si cantas.

Malditas tus miradas, tus plegarias malditas.

Crepúsculos bestiales palpitan en la plata
y golpean los mares, poblando de naranjos
de panteras radiantes y de podridos nidos.

Tu mundo que desprecio, tu piedra mortecina.

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