jueves, 18 de enero de 2007

El legado de Sherlock Holmes

Me gusta diferenciar dos tipos de cuentos. En unos, los personajes son estereotipos desgastados que ya conoces (el principe, la princesa, el héroe, la chica) y sabes cómo actuarán. Por lo tanto, el interés del cuento está en la trama en sí... en lo que pasa.

En otros cuentos, sin embargo, el foco se dirige al personaje. Generalmente se trata de arquetipos, de personajes completos. El encanto de estos cuentos no está en "lo que pasa", sino en el personaje en sí. Cualquier historia, cualquier situación está bien, porque lo que queremos ver es cómo se desenvuelve el personaje en ese escenario.

A mi al menos, eso es lo que me pasa con el señor Sherlock Holmes (otro amor platónico frustrado, principalmente porque no existió). Las historias no tienen gran cosa a excepción de las vueltas y recovecos de las deducciones y esa maravillosa sensación de "me siento tonta". Pero me encanta ver cómo se mueve Holmes. Me encanta el principio y el final de cada cuento, cuando lo veo actuar en la vida cotidiana.

La lástima es que Conan Doyle falleció hace ya unos cuantos años y no me queda nada que leer sobre el detective cocainómano. Pero eso sí, en ocasiones surge algún fan del escritor que copiando fielmente el estilo autor inglés intentá escribir una nueva aventura. Y ese es precisamente el caso de "Los Años Perdidos de Sherlock Holmes" (de Jamyang Norbu), con una muy buena traducción de R. Vilagrassa.

El libro abarca los dos años entre la desaparición de Holmes y Moriarti en las cataratas de Reichenbach (o como se escriba) hasta su reaparición en el cuento de "La casa vacía", si no recuerdo mal.

La primera parte de la novel es excelente. Un caso de Holmes en toda regla, copia perfecta del estilo narrativo y los trucos de Doyle. Para mí ver a Sherlock paseando por las calles de la India fue causa de más de una sonrisa de esas tontas a más no poder. Un poco como: "Cuando pensaba que ya no podría ver nada más sobre él... un poquito más de vida".

Sin embargo, la segunda parte... uy la segunda parte. Primero y ante todo: No aguanto al nuevo Watson (demasiadas ansias de protagnismo). A ver Holmes, siempre ha sido Holmes y es lo que le ha gustado a la gente. Es injusto, pues sí... muy injusto que siempre tenga razón y el foco recaiga sobre él, pero es que precisamente la gente lee las novelas por leerLE.

Y segundo... en mi casa lo llamamos IDA DE OLLA. Veo muy bien que Holmes llegue hasta el Tibet, que se haga pasar por un nativo de la zona, que aprenda el idioma en 5 meses (hasta estoy de acuerdo), pero ¡que sea la reencarnación de un antiguo lama que luchó contra un lama malvado que resultó ser una vida anterior de Moriarti! Por ahí sí que no paso. Y de repente ves a Moriarti haciendo levitar objetos y lanzando prácticamente cimitarras voladoras y Holmes haciendo campos de fuerza y... LÁGRIMAS EN MIS OJOS. Eso es lo que había, lágrimas en mis ojos.

*sigh* Y yo que tenía esperanzas que en esos dos años Holmes se reencontrara con Irene Adler...

En fin. Que cada uno es libre de hacer lo que quiera con lo que escriba (y para muestra este blog de aquí) pero... vamos. Que eso no, por favor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo, yo que estaba tentado de leerlo después de contar lo de la primera parte... pero lo de la segunda parte ha sido... ha sido... O_O

Sin palabras O_O

Anónimo dijo...

No, no, no. No te recomiendo en absoluto leerlo. A no ser que quieras experimentar un momento realmente surrealista, jejeje. Yo entré en shock nervioso de verdad... el estado del bote de helado del congelador lo confirma :P

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