domingo, 28 de enero de 2007

El trencanous: Cuentos sin palabras

Hoy he ido al ballet por primera vez y he vuelto a casa emocionada. Lo cierto es que no sabía qué estaba esperando ver... supongo que había decidido ir por curiosidad: por ver en directo eso que ves en los zapping de la tele, que no parece tener mucho sentido, ser repetitivo y a lo que la gente sólo acude para decir "he ido al ballet". Pues yo quería ir porque nunca había ido.

La obra que he elegido ver era "El Trencanous" (El Cascanueces). Conocía el cuento por encima y como sabía que era un ballet famoso... pues ale, a verlo. Sin embargo esta versión, representada por el ballet de Santa Coloma, difiere bastante del original. Se podría decir que es una actualización del mismo... pero más bien lo llamaría yo atemporalización. Estéticamente irreal, mezcla de diversos estilos históricos, podría estar basado en cualquier tiempo y en cualquier lugar.

Los escenarios, las luces, maquillaje, vestidos... todo contribuía a la creación de una realidad que se extendía en su mundo propio, hasta los límites del escenario. Una irrealidad muy bien construida, por cierto. Aunque ligera, modernizada y colorista, poseía todas las características del cuento de hadas.

Entre ellas, me gustaría hacer especial énfasis en los personajes (desde los principales a los personajs secundarios que bailan una sola vez). Su marcada arquetipología (como la de los trajes) hace que con sólo verlos se rellenen en nuestra mente un gran número de connotaciones y asociaciones que ayudan a dar densidad a esa sensación de irrealidad.

Por otra parte, ha sido también una buena exploración de un universo fantástico... a través de diferentes decorados, escenarios, personajes y canciones de ritmos y colores divergente que nos han permitido hacer gozar de una amplia gama de sensaciones irreales: de las más graciosas a las más elegantes, un poco de grotesco, un baile en blanco, otro bajo las estrellas, un banco con ruedas, muñecos, ratones, laberintos, trocitos de película con guiños al cine de los años 20, un poco de baile oriental etc... Como si cada uno de esos elementos nos mostrara un aspecto diferente de cierto mundo. Y al final, de la complementación de todos ellos se extrae la imagen general.

Finalmente querría comentar también la cercanía de la representación. Tal vez solo sea yo y mis opiniones extrañas, pero el ballet (al verlo por la tele, al menos) siempre parece muy frío, muy distante, una estética de hielo sin más valor que decir: "He ido al ballet". Sin embargo, entre las sonrisas y expresiones de todos los bailarines y las sentidas melodías, todo el espectáulo se ha acercado al público con sinceridad, sin ninguna fachada... y adquirido esa verdadera simplicidad de los cuentos. Como un cuento sin palabras.
Argumento: Hay quien es capaz de controlar a los demás, de convertirlos en juguetes, y de dar vida a estos últimos como si de humanos se trataran. Un día decide regalar un cascanueces a una niña y lo hace bailar para ella. Sin embargo, el muñeco no tardará en volver a su forma original y volver a caer en los brazos de la joven. Esa noche la niña duerme con él y a través de los sueños de aquella noche, vive un idio con el cascanueces humano, mientras recorre un mundo irreal poblado de seres fantástico.

Y ahora imagínense ustedes todo eso sobre un escenario. La creación de una verdadera atmósfera de cuento. Y por si eso fuera poco, narrado sin palabras.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ale, otra cosa a la lista de cosas pendientes por hacer...

Anónimo dijo...

Pues apúntala, apúntala, que es preciosa T_T

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