jueves, 22 de marzo de 2007

La soledad del traductor

Está visto que no hay manera de que termine de hacer cosas a una hora decente. Tenga mucho o poco, siempre paso de las dos de la mañana. Menos mal que he decidido tomarme la justicia por mi mano y mañana no voy a clase. Tengo otras cositas que hacer... Como una preciosa traducción inversa contrarreloj.

Pero a lo qué iba... Que mis visitas a los cerros de Úbeda son algo exagerado.

Durante la carrera alguna vez te llega el comentario de "la soledad del traductor". Pero tú te ríes y piensas: ¿Te vas a sentir solo por estar en casa traduciendo? Vale que no sea un trabajo con mucha interactividad interpersonal, pero no es tan malo.

Y de repente te da la sensación de que habla de otra cosa. No soy una experta. De hecho, hace muy poquito que empecé a trabajar en esto... Pero eso no quita que a mi cabeza vengas cosas raras a estas horas. Y soy de las que siempre acaba diciéndolo porque en voz alta tiene más sentido. O al menos forma.

Ahora estoy haciendo audiovisuales. Series de anime. Leo foros, miro páginas, miro lo que los seguidores esperan y procuro no meter la pata. Lo acabo haciendo, pero que conste que lo hago lo mejor que puedo. Y luego me echo a reír...

Leo cómo están hablando de la traducción, de los errores, de si es buena o mala, de la frase que dice no sé quien y a ver cómo se traducirá lo de más allá. Y extrañamente, soy yo la que se encarga de eso. Todo eso que se ve por televisión lo hago yo de madrugada aquí. En un cuartucho. Con un cerdo de peluche en la espalda, un vaso de refresco de té (V&T que soy adicta) y un paquete de patatas o chocolate. A eso de las 3 o las 4, me levanto del asiento para comerme un yogur de trufa. Y voy haciendo... segunditos, paginita de guión y de repente: ¡Mira, Patxi, si hemos terminado un capítulo y son las seis! Lo envío.

No soy consciente de que a eso le sigue un proceso. Que eso se utilizará para algo. Lo que yo hago aquí y lo que echan por televisión parecen dos cosas diferentes. Como si no estuvieran relacionadas. Como si yo no hiciera eso. Yo lo que hago es escribir de madrugada en mi habitación. Sólo eso... Cuando lo vea con vida, con voz, con movimiento, con mis palabras... No lo reconoceré como mío. Me parece. Mi trabajo se acaba cuando lo envío... Y es como si desapareciera.

Es muy raro no reconocer el producto. No reconocer lo que creas. Por eso creo que "la soledad del traductor" se refiere a esto. A que es un trabajo que realizas, que es tuyo (son horas) y de repente, cuando ves el producto, ni siquiera sientes que es tuyo. Es algo extraño porque coges cariño a cada uno de los personajes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

REINVINDIQUEMOS YA EL VALOR QUE SE MERECE UNA PROFESIÓN COMO LA DE TRADUCTOR!

Anónimo dijo...

Sé perfectamente a qué te refieres, porque precisamente ese es uno de los problemas de "modulizar" todo.

Sí, tienes tu parte y eres indispensable, pero al final pasan tantas personas, se utiliza lo tuyo en algo tan concreto del todo final que... parece que no es tan tuyo...

Y entonces recuerdas lo que hiciste, ves lo que hay y piensas, "uhmmm, es mío, peeeero... ¿de verdad? o.O?"

Anónimo dijo...

a)¡Ahí te he visto! jejejeje :P Si es que por mucho que nos quejemos todos, en el fondo nos gusta lo de traducir ^_^

b)¡Sí! ¡Es esa misma situación! Sabes que es tuyo. Sabes lo que has hecho y es reconocible. Yo creo que podría recitar el guión, jejeje. Pero aún así, no sientes que es tuyo... Tal vez porque ya no está dentro de tu cabeza, sino fuera de ella. Tal vez le has dado vida y por eso duele un poquito que se aleje y ya no sea tuyo... mmm... Me pierdo en pensamientos de papel @_@

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