viernes, 9 de marzo de 2007
I can resist anything except temptation, can you?
Leer El retrato de Dorian Gray no le sienta demasiado bien a mi salud mental, pero entretiene bastante a mi cabecita.
Leer El retrato de Dorian Gray no le sienta demasiado bien a mi salud mental, pero entretiene bastante a mi cabecita.
Dorian ejerce en el lector el mismo efecto que en los personajes de la novela. Consigue atraer. Aunque también es cierto que producía unas consecuencias bastante nefastas sobre todo aquel que se le acercaba demasiado... Como si lo contaminara con el veneno de su alma. Como si consiguiera mancillar a cualquiera y orientarlo por todas esas sendas prohibidas que llevan a la autodestrucción y blah blah blah.
Por estas cositas fueron muchos los que le retiraron la palabra, los que salían de la habitación cuando él entraba y los que hicieron correr todo tipo de absurdos y ciertos rumores sobre el Señor Gray. Pero... No sé... ¿Eso no es achacarle a otro la debilidad de la propia alma?
Es lo que pasa con la tentación. A ti te ofrecen algo, pero depende de ti aceptarlo o no. Si tú decides aceptar algo que sabes que es malo... la culpa en realidad, ¿en quién radica?. ¿Si te das al placer desenfrenado, la culpa es de quiénlo acepta o de quién lo ofrece? Yo creo que más bien de quién lo acepta sin percatarse de los riesgos... Es la dinámica del placer. Comienza siendo PLACER pura y llanamente... Pero acaba por convertirse en NECESIDAD. Si no sabes controlar esta dinámica, no juegues con el veneno, porque en lugar de degustarlo, te acabará por envenenar.
Me gusta la imagen del que intenta tentar. A veces los llamo gatos. Y debe de ser divertido jugar con los gatos. Y nada más interesante, que un gato cazado.
Hablando de tentadores... ¿quién es el tentador número uno? ¡Premio! ¡El diablo cristiano! Si alguien ha ido a un colegio de monjas (sí, yo, ¿qué pasa?... ¡10 años!) se habrá leido practicamente toda la Biblia y puede que se haya dado cuenta de que el malo malísimo del señor Lucifer, lo peor que hace en todo ese libro tocharro es tentar. A Eva con una manzana y a Cristo con... cosas varias en el desierto. La primera cayó en la tentación. El segundo no lo hizo. Según la mitología, al menos.
Genial, el malo maloso por excelencia sólo se dedica a tentar. Como el Mefistófeles de Fausto. Que decidamos caer es cuestión del género humano y nuestra posibilidad de decisión hacia un lado u otro. Yo creo que culpar en exceso a una tercera parte por ser tentados, es escapar un poco a nuestras propias culpas. Pudimos haber dicho que no. Si tanto vamos diciendo por ahí que Dios ha muerto y el hombre es libre... Va siendo hora de hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos.
Me gusta la imagen del que intenta tentar. A veces los llamo gatos. Y debe de ser divertido jugar con los gatos. Y nada más interesante, que un gato cazado.
Hablando de tentadores... ¿quién es el tentador número uno? ¡Premio! ¡El diablo cristiano! Si alguien ha ido a un colegio de monjas (sí, yo, ¿qué pasa?... ¡10 años!) se habrá leido practicamente toda la Biblia y puede que se haya dado cuenta de que el malo malísimo del señor Lucifer, lo peor que hace en todo ese libro tocharro es tentar. A Eva con una manzana y a Cristo con... cosas varias en el desierto. La primera cayó en la tentación. El segundo no lo hizo. Según la mitología, al menos.
Genial, el malo maloso por excelencia sólo se dedica a tentar. Como el Mefistófeles de Fausto. Que decidamos caer es cuestión del género humano y nuestra posibilidad de decisión hacia un lado u otro. Yo creo que culpar en exceso a una tercera parte por ser tentados, es escapar un poco a nuestras propias culpas. Pudimos haber dicho que no. Si tanto vamos diciendo por ahí que Dios ha muerto y el hombre es libre... Va siendo hora de hacernos cargo de las consecuencias de nuestros actos.
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2 comentarios:
n todas partes está dicho que nuesetra fuerza y nuestra debilidad somos nosotros mismos, entonces, es lógico buscar el diablo realmente en nosotros mismos...
Así es... por eso es interesante toda la personficiación que hacemos de esa parte nuestra y la llamamos de mil maneras, con mil rostros, mil personajes. A mí me encantan, los llamo gatos (porque cuando bostezan se estiran como uno) y los catalogo en mi listado de artquetipos... para mirarlos de vez en cuando. jeje.
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