viernes, 22 de febrero de 2008

Tres canciones como tres soles

El mundo está lleno de dualidades y dicotomías complementarias. Es cierto que nada es blanco o negro, sino que todo se basa en un amplio espectro de matices y colores. ¿Pero qué más da? A veces el caos circundante nos ahoga y un blanco/negro, bien/mal es un alivio mental. Porque cuando piensas en términos absolutos, apenas hay variables que valgan. No hay nada más que lo que intuimos y conocemos. No habrá sustos ni vueltas de hoja. Bendita seguridad.

Últimamente estoy prestando un poco de atención al par de opuestos sol/luna y todo lo que puedan encarnar.

El sol suele relacionarse con la energía yang, con lo luminoso, lo celeste, elevado y masculino. Con el resplandado irradiado al exterior, el dinamismo, la fuerza y... Bueno, supongo que ya os habéis hecho una idea, ¿no?

La luna, como parte contrapuesta, evoca la energía ying, lo interior, la oscuridad, lo desconocido, la ambigüedad, lo femenino, el misterio, etc.

Vale, esto serían unas bases simbológicas básica, sin documentación ni nada (simplemente a nivel intuitivo de la calle). Pero... Ahora entran en juego un par de fenómenos bastante interesantes.

Uno de ellos... (Y del que ya hablaré en otra ocasión) es la coincidentia oppositorum, y el otro "la inversión de valores". Es decir, hay ocasiones en los que cierta lectura de un símbolo (o su contexto) hace que el símbolo en cuestión mute su significado y adopte uno diferente o incluso opuesto. Ahora sólo caigo en algunos casos en los que el blanco (como símbolo de la pureza) se invierte y puede venir a simbolizar algo bastante más grotesco. Por ejemplo... ¿De qué color iba vestida Sadako en The Ring? (Y si me lo he inventado, me da igual) Pues eso. El efecto de ese blanco resulta más potente que vestirla de negro. ¿Por qué? Porque una profanación, una caída y una mancillación del símbolo potencia el efecto opuesto de una manera impresionante. ¿Por contraste? Ni idea, nunca me he parado a pensarlo.

Pues bien, el símbolo solar nunca ha sido uno de los que más me haya atraído. Lo veo muy... a lo... Reina Ginebra (que sería solar, pero menuda mala pécora la tía). Pobre Morgana... No sé a qué viene esto. Bueno, sigo.

La cuestión es que últimamente me he topado con ciertas canciones "himno al sol" en lasque se da este último efecto. Es decir, los atributos del sol "típico" quedan completamente nublados (o eclipsados, ya con la coña) por una nueva relectura del símbolo. Y como me gustan, pues las comento. Tan simple:

Klaha-Taiyô no Ori: Una canción narrada en primera persona. Apolo, como personificación del astro rey. Sin embargo, la imagen tradicional del arquetipo se ve quebrada de lado a lado al dar prioridad a la soledad del personaje. Se lo ilustra como un ente encerrado en una jaula de sol (título de la canción) desde la que vela eternamente para que lo insectos no devoren los sueños de los hombres. En mi opinión encajaría con los primeros días de sol de marzo, cuando la calidez (no calor) te rodea sin morder. Con ese mismo con el que te echas la siesta.

Virginia Glück - Aurora (o declaración de amor que el sol le ofrece al alba por sacarlo de la cama): Otra vez una narración en primera persona. En esta ocasión de boca de una mujer. Aunque el personaje sea masculino posee trazas de femenidad. Con el típico tono picaresco de la autora, el arquetipo solar se vuelve a quebrar una vez más. Un punto interesante: enumera todos los dones que la humanidad atribuye al sol y concluye siempre con la misma frase: "sin contar mi corazón". Un poco relacionado con esa "Layla", en quien la fachada de "perfección", "poder" y "solaridad" no incluye en ningún momento lo que pueda sentir.

Sonata Arctica - San Sebastian: Sí, crecí con heavy y me he quedado con este grupo. Aquí más que una modificación en el significado, ofrece una buena imagen de lo que ocurre si te quemas. La luminosidad dadora y beneficiosa para la humanidad resulta por una vez negativa y a abasalladora. Hasta el punto de acabar buscando el arquetipo opuesto de la luna. Todo un consuelo para la gente que nos identificamos con este último y que vemos como lo solar se nos acaba llevando todo de los morros.

¿Y todo esto a qué viene? Ni yo misma lo sé... Porque sin canciones y letras no se puede ilustrar como es debido. Pero es algo francamente curioso... que incluso en elementos tan afincados simbólicamente como el "sol" se estén dando este tipo de ambiguedades en la actualidad. Seguiremos investigando para posteriores alteraciones.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Otro motivo, aparte de la profanación del icono, puede venir de la forma en que trabaja nuestro cerebro.

A nuestro órgano pensante le gusta que las cosas sean parecidas, que sea fácil amoldarlas a un patrón y cuando la tiene "empatronada" que no se mueva de ahí.

¿Y qué pasa cuando se rompe el molde? Pues que se pone nervioso :O

Anónimo dijo...

Hmmm, pues yo recuerdo que el sol tolkeniano era Anar, femenino, una dama con uno de los frutos de los dos árboles y la luna (de este no me acuerdo del nombre), un guerrero o cazador que la seguía con el otro fruto...

Aunque para mí ya sólo son un reactor nuclear de 2º o 3º generación y una estación de servicio donde parar para poder viajar mas lejos.

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