jueves, 29 de mayo de 2008

Pausar el mundo

Son las dos y media de la mañana. No tengo trabajo de momento, al menos ninguno que pueda hacer con los ojos tan entornados. Mañana será otro día.

Hacía tiempo que no respiraba un momento.

Cuando puedo, me gusta pausar el mundo. Generalmente lo hago en un banco, en la calle mientras como. Es una avenida amplia, con coches de un lado y del otro también, árboles en pleno proceso de contaminación y al pie de una salida de metro. La gente llega, la gente va, la gente corre. Nada más. Como yo lo hago el resto del día.

Sigo la dieta de la empanada mientras no pueda cocinar en casa. Así que mientras miro, me distraigo masticando. Todo corre a mi alrededor, todo gira en una especie de frenesí que si fuera caótico lo entendería, pero no con esa consciencia con ese orden apolíneo. Paradójicamente carece de sentido. El mundo vira a mi alrededor mientras veo sentada como la gente corre. Y poco después yo misma me sumergiré de un solo chapuzón en la misma corriente junto a los mismos bancos de peces.

Es extraño. La ciudad es extraña. El alma de la ciudad es extraña (porque tenerla la tiene). Y me parece que es ahora cuando empiezo a entenderla.

Ahora el mundo vuelve a estar pausado. Oscuro en una habitación cerrada a excepción de esta ventana y no siento el alma de la ciudad, sino el de esta vieja casa. Dicen que las paredes respiran y los muebles crujen. Yó sólo sé que los cajones de la cómoda del salón no terminan de cerrar y se deslizan cuando menos te lo esperas.

Hace demasiado tiempo que no era consciente de respirar. De mis manos araña tecleando, de mis extremidades marcadas y mis uñas carcomidas. Es bonito ser consciente de mí. En realidad el truco de la vida no es tan complicada. Ser quien eres y simplemente esperar a ver qué pasa.

Ahora que puedo pausar y esperar a que mi sombra me alcance, estando quieta en un sitio, tal vez debería volver a intentarlo. Qué manía y qué maldito miedo a que te vean. Y más terror aún a las puertas del espejo.

En fin, pensamientos peregrinos a altas horas de la noche que es más fácil contar en un sitio donde nadie puede responder.

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