viernes, 13 de marzo de 2009

Diferenciando

Con el tiempo los "momentos" cambian. Me refiero a esos instanes de certeza absoluta en los que dices: Soy, al margen de todo.

A la salida del trabajo, he ido a echar un café con la señorita Saturnal hasta que el Starbucks ha cerrado. De vuelta a casa, comiendo un sándwich por el camino, me he parado para cruzar una calle. El semáforo estaba en rojo para los peatones y docenas de personas han comenzado a cruzar de un lado a otro aprovechando que no venían coches. En medio de esa marea (o llamémosla miasma) me he quedado quieta viéndolos: a unos de frente, y a otros de pasada por el rabillo del ojo. Y en el centro del huracán, en la quietud en el núcleo del frenesí me he descubierto como entidad ajena a todos ellos y todo ello (una Barcelona nocturna, mareada, grotesca y deforme). Impermutable. Yo ante el resto.

Lo he agradecido, pero el mareo no me lo ha quitado.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

La escena hay que reconocer que es muy cinematográfica. Concurridos pasos de cebra en urbe cosmopolita y la/el prota quieto mientras los demás circulan. El canon de la escena es que ésta sea un encuentro, y que enfrente tuyo tengas en la otra acera alguien quieto entre los transeuntes con prisa. Si es el caso, que haya habido suerte ;)

Addictive Epicurean dijo...

Ojalá, pero tengo el don de que los tópicos me traicionan al final. A cambio, me llevé el premio de consolación: paranoia mental + 10, y entrada a la Barcelona de Madame Tarántula. En serio, fuera del tono literario te juro que me sentí como en otro plano.

Anónimo dijo...

Lo curioso es cuando te encuentras con otra persona haciendo exáctamente lo mismo y pensando exactamente lo mismo y crees estar viendo extraterrestres

Addictive Epicurean dijo...

Aun no me ha pasado, pero perfectamente podría suceder. Eso merece un café hablando de lo duros que son los viernes.

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