martes, 7 de abril de 2009

Las dos

Son las dos. Últimamente siempre termino de trabajar a esta hora, me acuesto durante siete y a las nueve estoy en pie con el pijama y las gafas para entrar otra vez en acción. Junto a la cama tengo una botella de agua y otra de zumo de mango. Voy bebiendo. También tengo rondando tortitas de arroz y barritas energéticas... Galletas caseras y bizcocho artesanal en la cocina y una vieja lámpara de pie que me regalaron. La habitación no tiene luz, las bombillas se fundieron y en cinco meses no he encontrado un hueco para ir a comprarlas. Una de mis compañeras de piso me trae palomitas cuando comienza la madrugada y disfruto viendo las noticias por la tele con la otra.

La vida es extraña, porque tengo poco más que esto. Y de repente, todo importa un poco menos. Será que el miedo ha comenzado a remitir una vez más... Pero estoy preparada para la siguiente oleada. O tal vez se trate de la Semana Santa... dos días de trabajo y cinco de fiesta bien merecidos. Esetirar la mano y sentirlo a la vuelta de la esquina es siempre un consuelo. Solo deseo que mi habitación estuviera más recogida, pintada y con muebles nuevos. Pero todo se andará... Los años me han demostrado que yo tengo mi extraño ritmo.

Yo diría que es extraño. Sí, francamente diría que lo es. Mi vida es monótona, aunque mi trabajo estimulante. No pasa nada... Mi madre me llama por teléfono y nunca sé que contarle, así que me lo invento. Pero de repente me viene a la memoria algo que me dijo un amigo después de entrar corriendo al metro un día que nos encontramos de casualidad: "El otro día leí algo que me recordó a ti. Era una entrevista a una artista o algo así... y decía que en su caso donde sucedían las cosas no era fuera, sino dentro de su cabeza". Y me he dado cuenta de que es cierto... Y tal vez esa sea la causa de que siga a flote. Durante mucho tiempo tuve miedo de apagarme, mucho miedo, mucho miedo... Perder esta cosa extraña que soy, o al menos a lo que yo considero extraño. Ahora sé que es más bien difícil porque mi propio subconsciente se encarga de ello. La lucha que ocupa más horas es mi trabajo, estoy segura. Pero la más importante es no perderme en el día a día. Eso también lo sé. El día que deje de hablar como yo soy y se acaben las frases raras o planteamientos aleatorios... Ese día, damas y caballeros, tendré un problema.

Mis pensamientos a las dos.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Está tronando.

Addictive Epicurean dijo...

Sí... Y de repente me he imaginado los truenos como los ladridos de Cancerbero.

Anónimo dijo...

El mundo es extraño y está lleno de momentos irrealistas en los que todo da igual o.o

Por cierto, mi salón tiene la luz fundida desde enero :D

Addictive Epicurean dijo...

Es un consuelo lo de tu salón... De verdad, pensaba que era el único desastre andante sobre la faz de la tierra.

He llegado a la conclusión de que hay vidas y vidas. Y lo único importante es vivir la tuya aunque sea muy diferente a cómo lo hacen los demás. Seguro que el sitio al que te lleva también es distinto y es algo que nunca nadie ha visto antes. ^_^

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