jueves, 23 de junio de 2011

Lobos

Entonces llegaron los lobos. Una inmensa manada de lobos blancos como la nieve que corrían en una hilera ondulante, serpenteante. Recorrieron las afueras de la ciudad, cabalgaron bajo los puentes y entre los callejones y todos los que se cruzaron con ellos desaparecieron convertidos en una espesa masa negra. Los camellos y las putas, drogadictos y puteros, nada más se volvió a saber de ellos. Los lobos barrieron los aledaños de la ciudad como una marea enfurecida que todo lo limpia.

Uno de los nuestros estaba allí. Ahora lo sabemos, es así como arreglan las cosas cuando quieren que algo desaparezca. Avisa. Diles que vayan preparando a los cuervos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Otra más para la casa

Yo fui la única lo suficientemente inteligente para asegurarse una cláusula de escape en el contrato. Sabía que mi asociación con la Casa caducaría algún día y yo recuperaría mi libertad. Lo sabía demasiado bien como para que fuera cierto. Han pasado años desde que concluyó mi acuerdo con Su Majestad Araña, pero desde que entró en mi cabeza no ha vuelto ha salir de allí. Después de tanto tiempo sigo sintiendo cómo algo tira de mí y me arrastra a sus rincones, a su madriguera de túneles y callejuelas por Barcelona. De repente el mundo se nubla y todo se vuelve lúgubre y extraño. Es como vivir en un sueño eterno que no sabes cuándo se convertirá en pesadilla. Me da miedo salir del trabajo y darme cuenta de que mis pies me han llevado sin querer hasta ella. Así que intento frenarlos, concentrarme en mi vida y sacarla de la cabeza, pero eso es algo que nunca se consigue.

El día que entras en sus salones te conviertes para siempre en un extraño en este mundo. Con la cabeza en las nubes, como dicen, aunque para nosotros no son más que las nieblas que siempre la acompañan. Cada dos por tres sientes que te estás quedando ciego, que cada vez ves peor, y para tu sorpresa descubres que los contornos sólo vuelven a definirse cuando te cruzas con alguno de los tuyos. Ese don tan raro que tenemos para reconocernos... Nunca he oído decir de qué se trata, pero creo que es la mirada en medio de la nada. En ese momento una onda expansiva te recorre el pecho y tu contorno vuelve a estar tan definido con los demás. Y finalmente dices: existo.

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