martes, 31 de enero de 2012

De celebración

Me gustaría haberlo celebrado de otro modo, pero por el momento sigo sin tener mucho tiempo. Me repito como el ajo, en serio. Estoy deseando que llegue el día en que deje de decir eso, je, je.

Por el momento, "descorcha la botella de Dom Perignón, Sebatián".




Menos mal que siempre hay cosillas que te alegran el día.



Habemus dominio que me han regalado. Es decir, que con un: http://www.addictiveepicurean.com se llega también hasta aquí.

Por el momento voy anotando temas para entradas (tengo un jugoso "Cosas que se pueden hacer con un cadáver" y "Los diez grandes males de nuestra sociedad" en la libreta de apuntes) que van a ser sin duda éxitos de ventas. Lo próximo es hacerme una plantilla a medida que se pueda adaptar mejor a lo que quiero.

Por ahora, eso sí, seguir trabajando. Todavía tengo cosas que adelantar para mañana.






martes, 24 de enero de 2012

Los renglones torcidos de Dios

Mientras estaba esperando en correos a que llegara mi turno, me he dado cuenta de que nunca he llegado a hablar de este libro. Ahora entiendo por qué: demasiado complicado.

Los renglones torcidos de Dios cuenta la historia de Alice Gould y su vida en el sanatorio mental en el que entra para resolver un asesinato. A lo largo de unas 400 páginas, el caso va avanzando y vemos el día a día de los internos desde un punto de vista de todo menos sensacionalista.

No voy a negar que el personaje principal es de esos que me ponen de los nervios. Alice es una mujer guapa, culta, elegante, sumamente inteligente y con la capacidad de hacer que todo el mundo la adore. Los hombres se quedan prendados de ella, las mujeres la admiran, los niños la quieren... Una imagen de la "mujer perfecta", tal vez para contrastar con el entorno. Será necesario, pero aun así irrita.

En mi opinión, el verdadero encanto se encuentra en esa muchedumbre de locos tan bien caracterizados por su locura. Transmiten una sensación seca, amarga, polvorienta y finalmente entrañable. No hay excéntricos que resulten atractivos ni locuras idealizadas (para que los personajes sean chupi guays), tan solo la realidad de un psiquiátrico. Esta representación fiel y pausada nos permite observar la realidad de quienes pasan por este mundo como renglones torcidos de Dios. Así los admiras en su extrañeza, en su manera de vivir una vida donde los baremos y los factores nunca son los que a nosotros nos parecen cotidianos, universales e inamovibles. Tener acceso a esta visión del mundo es un verdadero lujo, te das cuenta de lo mucho que la "realidad" se puede anular entre cuatro paredes y lo "extraño" se convierte en "cotidiano".

Otro de los grandes encantos del libro es el desquicio que provoca. Hoy en día hay pocos libros que consigan pillarte por sorpresa y te enreden en su trama. Incluso las novelas policiacas son a)previsibles o b)tan mal hilvanadas que la solución del caso no tiene sentido o era indeducible de los datos que teníamos. Pues bien, este libro no tiene esos problemas. Llega un punto en el que el libro supera al lector y acabas histérica perdida con el libro entre las manos y cagándote en sus muertos porque te ha enredado y ya no sabes qué es mentira, qué es verdad y qué es lo que está pasando. Con algunos libros te pierdes porque la trama no tiene sentido. En este ocurre porque el autor se la juega al lector de una manera elegante. Y de estos hay pocos, yo aviso.

En cuanto a la prosa, el uso del lenguaje es muy... ¿Cómo decirlo...? Muy... "Correcto". Como que este señor estuvo casi 30 años en la RAE. Sin embargo, esta corrección y el estilo polvoriento de otra época (del 79 concretamente) contribuyen a una exposición clara de los hechos y a crear la atmósfera de la obra. ¿Cómo? No tengo ni la menor idea, pero la propia voz del autor cubre la historia con una pátina que le da algo de "irrepetible". ¿Quién iba a decir que siendo quien fue este señor (ver Wikipedia) pudiera escribir algo tan rematadamente bueno?

Ya está, más o menos esta es la impresión que me queda del libro. Ha pasado algo de tiempo y no lo termino de recordarlo bien, espero que sea por eso que me ha costado tanto describirlo. Me da la sensación de que soy incapaz de hacer una reseña normal y comprensible. Lo que decía al principio: demasiado complicado.

Por cierto, hoy ha sido un día en el que he descubierto que puedo cenar 3 días por 3 euros (pechuguitas laminadas de Eroski) y he hablado con mi madre en el bus sobre el embalsamamiento de cadáveres. La cara del señor de al lado no tenía desperdicio.

lunes, 23 de enero de 2012

TIME IS DEAD

Si digo que este es el primer momento que tengo para mí desde la última vez que escribí, no exagero. Mi padres dicen que esto es hacerse mayor, yo no sé si es crecer o el hecho de que la vida me está ganando por goleada. De repente, no tengo nada que contar.

Me siento como en Momo, con unos señores grises fumando y robándome los colores, rascándome los segundos y cuanto más corro yo más crece su botín. También he probado a ir más despacio, pero en ese caso pierdo el autobús de las mañanas irremediablemente. Lo de ir caminando hacia atrás, mejor no vuelvo a intentarlo.

Y al final del día, después de trabajar, recoger, hacer la compra, preparar la cena, ducharme y llamar por teléfono, a eso de las diez y media, esto es a todo lo que llego. Echo tanto de menos los viejos tiempos, cuando todo era más brillante y siempre había algo que decir... Será cierto que al final la vida nos acaba pillando a todos, incluso a mí. Me aterra pensar que he perdido mis paranoias, aunque tengo esperanzas de que vuelvan cuando empiece a trabajar en casa y gane algunas horas. Y si no, puedo ponerme como una cría de seis años, tengo práctica: ¡Yo no quiero ser así, no quiero, no quiero, no quiero!

Me acuerdo de Shakespeare: Ahora el tiempo me malgasta a mí.




lunes, 16 de enero de 2012

El vídeo perturbador del día

Una de las cosas que voy a cambiar este año es que vuelvo a trabajar desde casa. El trabajo no será tan estable como hasta ahora, pero espero que el cambio de aires me ayude a tranquilizarme y a recuperar cosas que llevo tiempo sin hacer. Básicamente, escribir (tengo relatos en mente) y actualizar esto (las entradas no las tengo tan en mente, he perdido práctica, pero algo se andará).

Echo de menos el sacar tiempo para pararme a pensar en un tema, darle vueltas y escribirlo. Echo de menos tener horas para mis ideas rocambolescas y no solo los diez minutos antes de dormir. A veces creo que ahogar todo eso en la normalidad es lo que me ha hecho acabar así... Una vez lo definí como estar metiendo tripa constantemente para entrar en un vestido que no está hecho a mi medida.

Luego me doy cuenta de que me siento bien cuando tengo una idea que no había oído antes (¡tengo un géiser en la cabeza!) y se la digo a la gente. O cuando veo algo que no había visto hasta el momento. Que sea bueno o malo, a veces es lo de menos. Basta con el hecho que sea algo no-visto, no-pensado, y por lo tanto menos real.

Ah, sí. Este es el vídeo perturbador del día. No sé cómo, pero siguen viniendo a mí. Tengo algo para invocar las cosas raras... Mola, algún día me dará puntos de experiencia.


jueves, 12 de enero de 2012

En resumen



Creo que esta es la imagen refleja como nada lo que ha sido mi cabeza durante esta última temporada. Pero a cámara rápida y multiplicado por... por un número muy grande. Aparte de darme un constante dolor de cabeza, también ha hecho que me replantee las cosas a medio-corto una manera diferente para adaptarlas a la naturaleza de mi géiser mental. Este año será el de pruebas y ya veremos por dónde salen las cosas.

Entre otras cosas, espero dejarme caer más por aquí. Vuelta a intentarlo y a cruzar los dedos.

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