sábado, 11 de agosto de 2012

El hada verde


Vamos a confesarlo: ¿quién no ha tenido curiosidad por probar la legendaria absenta? Esa hada verde que planea sobre una generación de artistas y su obra: Wilde, Rimbaud, Verlaine, Baudelaire, Picasso, Poe, Rusiñol... Dicen de ella que expande los límites de la imaginación, que genera terroríficas visiones y que puede llegar a mostrar las más grandes maravillas del mundo. ¿Enloquecedora? ¿Suicida? Todo lo que asocies con los artistas bohemios y algo más.

La absenta es un lícor amargo, muy amago, que extrae su sabor del ajenjo (Artemisia absinthium): la misma planta con la que se prepara el vermú y varios licores más. Su nombre científico, por bonito que parezca, no tiene un significado tan fascinante como cabría esperar. Viene a decir básicamente "que no se disfruta", debido a su amargor. No obstante, fue usada en farmacopea tanto por egipcios como por griegos debido a sus virtudes medicinales y llegó a llamarse "la madre de todas las hierbas".

Fin de la clase de historia. Vamos a lo que interesa.

Finales del siglo XVIII, Suiza. El médico francés Pierre Ordinarie mezcló ajenjo, anís, hinojo, e hisopo y lo vendió como uno de esos famosos elixires de la época. Al cabo de pocos años la receta entró en una destilería, se empezó a comercializar y un tiempo después: ¡ba-bum! fenómeno nacional en Francia. Bares, cafés y cabarés instalaron fuentes de absenta y celebraban la famosa "hora verde" a la cinco de la tarde.

Las copas se llenaban tan solo dos o tres dedos, se colocaba una cuchara con perforaciones sobre ella y encima se depositaba el famoso terrón de azúcar. A continuación, se derramaba agua fría encima del terrón y la cuchara para disolver el alcohol en una proporción de 1/3 a 1/5 (si no, métete tú un lingotazo con un contenido de alcohol de entre el 45 y 90%) y suavizar su sabor.

Sin embargo, pronto empezaron los rumores y casos de absintismo. Locura, toxicidad, dependencia, alucinaciones, vidas echadas a perder... La que había sido una costumbre tan arraigada en Francia fue prohibida en 1915 y muchos otros países siguieron sus pasos. O al menos así ha sido hasta hace relativamente poco, cuando la ciencia ha demostrado que la absenta no es tan dañina como parece. Aunque es cierto que el ajenjo puede ser tóxico por la cantidad de tujona que contiene, su presencia en una botella de absenta clásica ni siquiera nos hace estornudar. Otra cosa son los aditivos que se incorporaban a las marcas de baja calidad o las borracheras que se pillaran sus consumidores.

¿Y las visiones? ¿Y la inspiración? ¿Y el arte? ¿Dónde están? ¡Eso mismo me pregunto yo! Quería escribir una entrada bohemia y decadente, plagada de imágenes y esperanza para aquellos que disfrutaríamos de un parlamento cara a cara con nuestros fantasmas subconscientes. Pues no, lo que me llevo es una colleja científica que dice: "Se siente, guapa, es solo alcohol de alta graduación."

El rayito de esperanza es que nadie se ha pronunciado tajantemente acerca de los "efectos bohemios" de la absenta. Los propios científicos dicen que, si existen, la sustancia que los genera podría estar en otro componente del ajenjo (como la absintina) o tal vez en algunas de las hierbas que contenía la receta original.

Nota
Los datos los he sacado de aquí y de allá, en su mayor parte de informes médicos o científicos de esta página seb: www.thujone.info. La parte de química me la he saltado, ¿vale? Lo único que sé a ciencia cierta es que algún conocido se ha pillado buenas borracheras a absenta y de visiones nada de nada. Qué desilusión, tantos años queriendo probarla y ahora tendré que buscarme otra manera de parlamentar directamente con Madame Tarántula. *snifi*


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