jueves, 21 de noviembre de 2013

Con nombre propio: Adrian

Hay un antes y un después de leer Doktor Faustus de Thomas Mann. Yo no tenía ningún Adrian en mi vida. Después de leer ese libro, solo puede haber uno. Adrian. Adrian Leverkühn. Adrian con ese sonido vocálico tan bello en su apellido que nunca podré pronunciar. Llevo años diciéndolo, mi boca no tiene espacio para tantas vocales como un alemán.

Hablar de él, me llevaría toda la noche. Aunque podría dedicársela, claro. La versión breve: es un genio de la música, que sacrifica su vida por el arte. A ciertos niveles muestra una madurez y una sabiduría envidiables, pero otras veces parece tan frágil en los pequeños detalles que te hace sonreír al ver ese rostro infantil en una criatura como él. Todas las palabras que he gastado desciribéndolo durante meses no sirven de nada en comparación con una frase que me dijeron el otro día, sabiamente: "cuando ves lo frágil que es, te dan ganas de abrazarlo; otras veces, lo matarías".

No viene a santo de nada, pero hay una canción ideal para este momento:

 

martes, 19 de noviembre de 2013

Sí, cariño. He tenido un día terrible en la oficina... Nada grave, no te preocupes. Es solo que, a veces, tengo la impresión de quedar como una tonta: crees que has descubierto el mundo, expones una idea y comprendes a los cinco segundos lo poco que se sustenta por sí misma y la poca trascendencia del concepto. * sigh * Sin embargo, hay algo, algo dentro de mí -descontando mis amigos imaginarios-, que me dice que aún se puede hacer algo. Me lo da en la nariz de sabueso. Así que seré constructiva, volveré sobre mi argumentación como una profesional y se van a cagar con el pedazo discurso que escribo.
Después de desahogarme de una forma muy madura frente a una foto de Benedict Cumberbatch y en público para que los señores de Obama me espíen sin necesidad de contraseñas, al tajo.

Después de meses y meses, creo que he superado mi bloqueo literario. Bueno, bloqueo a secas. Lo de "literario" son palabras mayores. Ha costado, pero vuelvo a componer relatos y actualizar el blog. No garantizo la calidad ni validez de mis ideas; pero, como el otro día dijeron en clase, si no se ponen escrito parece que no existan. Digo yo que alguna buena saldrá.

El día 30 dan los resultados de un concurso de microrrelato en el que he participado. No creo que el texto sea tan bueno como para ganar, pero con un poco de suerte tal vez quede entre los finalistas y ese día vuelva a casa con un chute de autoestima en vena.

Por otra parte, estoy trabajando en dos cuentos nuevos, aunque todavía estoy intentando pulir la idea.

a) La vigilia de la señora María. Un experimento que traslada el País de las Maravillas a la visión de una ciudad nocturna a través de los ojos de una anciana que durante los últimos 15 años no ha hecho otra cosa que llorar la muerte de su marido

b) El marinero. Basado en la canción Marinelaren zai, Orlando y más de un viejo amigo que vive lejos. Narra la historia de una pareja de peculiares individuos que por su naturaleza solo viven en la distancia y se encuentran un día cada cinco años

Voy haciendo, voy haciendo...

viernes, 15 de noviembre de 2013

Misterios literarios

A mi alrededor giran dos misterios literarios a los que no dejo de dar vueltas. 

a) ¿Qué pasó con Sherlock Holmes durante los dos años posteriores a la caída del Reichenbach en los que se supone que estaba muerto? 
b) ¿Qué pasó con Ligeia después de resucitar?

Después de 20 años de meditación trascendental (o no tanto), me ha quedado claro que no hay respuesta. Seguramente, ni siquiera los autores llegaron a plantearse qué fue de sus personajes durante ese tiempo.

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