jueves, 20 de febrero de 2014
LES LIMITES
A pesar del título me pienso contener y no volver a poner un enlace a Les Limites de ese precioso Julien Doré, otra cosa es que lo esté viendo ahora mismo.
Pintura
Escultura
Poesía
Fotografía
Límites de la razón, límites del conocimiento, límites de la ética, límites de la locura... Y es que son tan atractivos, tan paradójicos, tan coleccionables. Sin embargo, en su calidad de límites están limitados a un estado de intermedio. Cuando se traspasan y dejan de dividir, pierden su cualidad limitadora, pierden su atractivo.
Aun a riesgo de resultar redundante, nos pasamos la vida buscando la Vida. Esa Vida del momento verdadero, de la pureza sensorial, de la intensidad de sentimiento.
Si no somos todos, yo al menos me incluyo entre ellos. Quizás seamos un gremio. Asociación anónima de adictos a las emociones, como decía uno de mis más queridos personajes.
Como sea.
Estos días he tenido tiempo para darle vueltas en las cabeza entre migraña y migraña. De hecho, creo que lo he acorralado en ese lugar junto a las orejas donde siento la presión cada vez que me duele la cabeza. He llegado a la conclusión de que la Vida es como la Felicidad, por mucho que la mercadotecnia intente convencernos de lo contrario. Tengo un amigo que dice que la Felicidad es solo un instante: cuando eres consciente de ella, desaparece.
Algo parecido ocurre con la Vida. Algo parecido, aunque más puñetero. La Vida muchas veces solo aparece a posteriori, recordando los viejos tiempos ya idealizados por la memoria. Luego los echas de menos, crees que ya no volverán y te pierdes lo que estás viviendo... de lo que más tarde te lamentas.
Es curioso que todas estas cosas se nos escapen de un modo u otro.
Luego está aquello que cada uno considera arte. A veces suple la Vida, te aleja del aquí y ahora y te colapsa las entrañas con recuerdos de veranos que nunca fueron y gente a la que nunca conociste. Es la magia que tiene este extraño lenguaje desarticulado, te hace vivir la existencia de lo que nunca pudo ser. No sé si me explico, pero por si acaso lo dejo escrito para no olvidarme. Y luego vuelves a sentir la amarga quinina en las papilas gustativas....
martes, 4 de febrero de 2014
Creía que nunca diría algo así, pero creo que debería leer a Aristóteles. De tanto salir en las clases del máster, a una acaba por picarle la curiosidad.
¿Será que las humanidades se están apoderando de parte de mi cerebro? He leído a Goethe y lo encuentro interesante, adoro a Thomas Mann y si alguien me regala un recopilatorio de tragedias griegas le estaría eternamente agradecido. ¡Sé quiénes son Rilke, Hölderlin y Novalis, por amor de dios! ¡Que alguien lo pare!
Sin embargo, me doy cuenta de que a mis clases de la alta cultura les falta algo. Lo noté el otro día, hablando de La noche oscura del alma de San Juan de la Cruz (poemilla místico-sensual). Ese poema se me hace inconcebible sin la canción de Loreena Mckennitt, como la dama de Shalott o Greensleeves. Lo mismo me ocurre con la concepción de "vida". No puedo entenderla sin remontarme al Paradize de Indochine, por muchas vueltas que dé a lo que dice Goethe en su Fausto. Y cuando hablan de la utilización de la imaginería religiosa, yo solo puedo pensar en el Judas de Lady Gaga (no voy a decir por qué... es que Norman Reedus es muy guapete, jo).
Se me hace raro que no se establezcan más relaciones con lo que aprendo. Es como si la alta cultura, para entendernos, permaneciera en su torre de marfil al margen de la vida. Yo no puedo entenderlo así. Es cierto que tiene mayor profundidad y unos matices de los que carecen las obras más populares, pero también ellas cumplen su función. Hacen que el arte, la literatura y el pensamiento pasen a la vida... la vida de verdad, la de poner los garbanzos a remojo (y no te olvides del bicarbonato). Aunque también puede ser un terrible medio de control de masas.
Qué curioso, nunca me había considerado tan afín a la vida física. A la vida de experiencia, de anécdota, de recuerdo, de aquí y ahora. Lo vivido en lugar de meditado.
Se me hace raro que no se establezcan más relaciones con lo que aprendo. Es como si la alta cultura, para entendernos, permaneciera en su torre de marfil al margen de la vida. Yo no puedo entenderlo así. Es cierto que tiene mayor profundidad y unos matices de los que carecen las obras más populares, pero también ellas cumplen su función. Hacen que el arte, la literatura y el pensamiento pasen a la vida... la vida de verdad, la de poner los garbanzos a remojo (y no te olvides del bicarbonato). Aunque también puede ser un terrible medio de control de masas.
Qué curioso, nunca me había considerado tan afín a la vida física. A la vida de experiencia, de anécdota, de recuerdo, de aquí y ahora. Lo vivido en lugar de meditado.
Hm... Creo que el pensamiento que tan claro parecía en mi cabeza comienza a desdibujarse. Yo estaba hablando de Lady Gaga, ¿no?
domingo, 2 de febrero de 2014
De la época en la que estuve en Japón, recuerdo que en más de una ocasión me preguntaron cuál era mi kanji favorito y nunca supe qué contestar. Simplemente, no se me pasaba por la cabeza que alguien tuviera una palabra favorita, fuera por sonoridad, etimología o grafía.
Ahora que la vida tiene más luz y la realidad está menos empañada, veo que hay gente que vive asociada a una palabra. Para muchas de las personas que conozco, la palabra es "CIENCIA" o "TECNOLOGÍA". Para las personas que son más afines a mí suele ser "BELLEZA". Las hay que han vendido su alma por "NOVEDAD", "SUEÑO" o "REVOLUCIÓN".
La mía creo que es "VOLUNTAD", o al menos me gustaría que así fuera. Considero que la voluntad lo es todo para la vida. Es una especie de fuerza motriz que te impulsa a hacer aquello que debes o quieres. Incluso es capaz de llevarte hasta lo imposible. En base a cómo sea tu voluntad, ves y experimentas la vida de un modo u otro. Es un pensamiento en proceso, así que aún tengo que limar los bordes.
Por este motivo mi trabajo de fin de máster será una oda a la voluntad bajo la imagen de Ligeia. Esa vieja y querida Ligeia que a lo largo de los años siempre reaparece una vez más. Ligeia o el poder de la voluntad para transgredir los límites del ser humano. Estudios de ficción, pero aliñado con aceite de oliva de la que usamos en casa para la ensalada.
Ahora que la vida tiene más luz y la realidad está menos empañada, veo que hay gente que vive asociada a una palabra. Para muchas de las personas que conozco, la palabra es "CIENCIA" o "TECNOLOGÍA". Para las personas que son más afines a mí suele ser "BELLEZA". Las hay que han vendido su alma por "NOVEDAD", "SUEÑO" o "REVOLUCIÓN".
La mía creo que es "VOLUNTAD", o al menos me gustaría que así fuera. Considero que la voluntad lo es todo para la vida. Es una especie de fuerza motriz que te impulsa a hacer aquello que debes o quieres. Incluso es capaz de llevarte hasta lo imposible. En base a cómo sea tu voluntad, ves y experimentas la vida de un modo u otro. Es un pensamiento en proceso, así que aún tengo que limar los bordes.
Por este motivo mi trabajo de fin de máster será una oda a la voluntad bajo la imagen de Ligeia. Esa vieja y querida Ligeia que a lo largo de los años siempre reaparece una vez más. Ligeia o el poder de la voluntad para transgredir los límites del ser humano. Estudios de ficción, pero aliñado con aceite de oliva de la que usamos en casa para la ensalada.
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