lunes, 4 de agosto de 2014

Noches de verano

Hay algo acogedor en las noches de verano. Aunque tengas que trabajar, aunque tengas que terminar una tesina (como es el caso). Supongo que será el mero hecho de saber que casi todo el mundo está de vacaciones y sientes que tienes cierto derecho a bajar el ritmo, disfrutar un poco más las horas libres que se han incrementado. Puedes leer una horita más en la cama y esperar hasta que se te cierren los ojos, en lugar de apagar la luz antes de tiempo.

Ha sido un año cansado desde septiembre. Sacar un máster y trabajar han cubierto el cupo de todo lo que podía hacer. Ahora estoy metida en un trabajo fin de máster (el equivalente a las antiguas tesinas) sobre la construcción del héroe posromántico basándome en la Ligeia de Poe. Menos de un mes para presentar la versión definitiva y diez días más para la defensa, en la que un tribunal tratará de sacarme las entrañas en público y talar el árbol de mis elucubraciones. Suena divertido, casi estoy deseando que se acerque el conflicto entre voluntades. Mwa, ja, ja, ja, ja. No saben estos quién soy yo.

Luego, veremos si me aceptan en el doctorado. A esta edad y volviendo a la universidad, madre mía. Rodeada de chiquillería, con esa energía y esa alegría de vivir que parece que el tiempo nos vaya robando. Nos carcome, carcome, carcome, como un ratoncito de orejas inmensas con su pedacito de queso. Nota sobre la metáfora, por si alguien lo dudaba, nosotros somos el queso.

Ha sido un año en el que he aprendido mucho a todos los niveles. He leído, he escrito, he pensado, he visto, he jugado y me he cansado de hacer tantas cosas. Ahora solo me queda pensar qué quiero hacer a partir de ahora, pero eso también parece divertido. Siempre que no caiga en dificultades pecunarias por falta de trabajo. Entonces, más que divertido, será una putada. Como para el resto de la humanidad, vamos.

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