martes, 26 de julio de 2011

Mi cabeza

El último truco de mi mente es cuando menos cruel. Sus últimos trucos, quiero decir.

Hará ya un par de meses que el corazón se me acelera cada vez que apago las luces del cuarto y me voy a dormir. Es un latido denso, húmedo y sangriento. Palpita con fuerza y no me deja pegar ojo... Me imagino los dedos de su Majestad Araña, golpeando sonoramente una de sus garras contra la mesa y marcando el ritmo que debe seguir mi corazón. Es horroroso... Hace quince días acabé en observación en el centro de asistencia primaria de mi barrio con un ataque de nervios. Después de un par de valiums empecé a tranquilizarme y volví a casa haciendo eses (una sensación que nunca había experimentado, por cierto). Aunque me empeñe en pensar que sí, creo que aún no me he recuperado. Vuelvo a tener la cabeza un poco más despejada, pero me sigue gastando pequeñas bromas que no me hacen ninguna gracia. El médico me recetó ansiolíticos y pastillas para dormir que por supuesto no he tomado. Yo voy haciendo lo que puedo, pero hay algo que no marcha ahí dentro.

Sobre todo después de lo que me ha empezado a pasar con la gente. Si ya era antisocial, ahora la gente me parece inhumana, y no en el sentido ético o moral de la expresión. Es algo diferente, algo que no me encuadra en el mundo. Todo me parece extraño, las reacciones de la gente, lo que ve y deja de ver... Y me da la sensación de que me estoy volviendo loca porque soy la única que entiende ciertas cosas de un modo concreto. Todo parece una locura y por primera vez en la vida me siento como Alicia a través del espejo en un mundo donde nada tiene sentido. La sensación en primera persona de ese grotesco te pone la piel de gallina. Me siento más cómoda entre las frases de mis personajes, que comprendo, que no intentando hablar por teléfono. Mentalmente me encierro en un armario, un armario enorme, me hago un ovillo, al rato abro la puerta y vuelvo a estar en ese mundo tan cálido y familiar. A la hora de la verdad, cruzo los dedos para que el día pase con el menor número de interacciones posibles.

Creo que finalmente me he vuelto loca o poco me falta... Y sin embargo me sigo notando dueña de mi juicio. Creo que leer los renglones torcidos de Dios no ayuda, aunque sin duda engancha. Y tengo tantas ideas, tantas escenas nuevas que escribir y para las que no encuentro tiempo... Si lo encontrara, si pudiera descargarlas y darles forma por ahí fuera, creo que igual podría estar mejor. Es curioso... Creer que te estás volviendo loca y sin embargo notar tu cabeza como siempre.

sábado, 16 de julio de 2011

La delgada línea

El otro día la volví a ver: Vespertia. La delgada línea que separa la realidad y la ficción en la que comenzó todo. Seguía como siempre, no había cambiado. Aunque no es de extrañar, dudo mucho que hay alguien más la haya visitado en mi ausencia, al margen de algún niño perdido con una pesadilla ocasional. Lo que me llamó la atención es que no había perdido ni su fuerza ni su color. Continuaba inmaculada, envuelta en niebla, y me provocaba la misma sensación de extrañeza y hogar en la boca del estómago.

Siempre la había intuido de un modo u otro, sabía que tenía que cuadrar como cualquier otra pieza del puzle. Sin embargo, no comenzó a manifestarse hasta hace un par de semanas, en sueños. Hasta que finalmente todo encajó, aunque hiciera falta ir a urgencias de noche y salir dopada como un caballo para verlo.

Ahora el cuaderno en el que tomo notas de traducción o detalles curiosos está lleno de garabatos en boli rojo. Palabras sueltas, que de algún modo sé que guardan relación en el microuniverso de mi cabeza. El límite, los árboles que hablan, le ciel, Lucía, Vespertia, urbano...

Cuando todo por fin ha estallado, mis nervios, mi cabeza, mi histeria, me siento culpable por haber abandonado el límite, el hilo, la línea entre la realidad y la ficción que vi por primera vez hace años. Pero cuesta tanto conciliarlo todo a ciertas edades... Con 28 años, hipoteca, trabajo y pareja ya no puedes moverte en los hilos como antes. Te haces mayor... Y sin embargo sabes que el mundo se te comerá si no guardas esa otra mitad que aprendió a bailar al otro lado del espejo.

;;

Template by:
Free Blog Templates