lunes, 17 de noviembre de 2014
Life is life (na, na, na-na-na), o al menos así lo cantaba Opus con su música ochentera. Hoy en día ya no se estilan esas canciones de melodía simple y optimista que, sin grandes aspiraciones, cuentan la historia de una época donde todo parecía mirarse con mejores ojos. O con menos maquillaje. Aunque las sombras y el rimel de los ochenta también tenían lo suyo. En fin, que bonitos recuerdos.
He llegado a la conclusión de que, males mayores aparte, lo peor que te puede ocurrir en este mundo es encontrarte inmerso en una vida que no está hecha para ti. La experiencia es opresiva y todo se tiñe de colores muy feos. No diría que de gris (que con el rollo postapocalíptico encaja bien), sino más bien tirando a ala de mosca o caca de oca. Yo un día tuve un ataque de vértigo de tantas moscas y tantas ocas, me di media vuelta y fui corriendo sin parar hasta la encrucijada con sacrificios de sangre en la que me había equivocado de camino. Así acabé estudiando un máster en Humanidades, trabajando una jornada completa como autónoma, durmiendo como los benditos cuando me tumbaba en la cama y graduándome con una nota media aceptable y todo.
¿Adónde lleva un máster en Humanidades? Sí, es buena pregunta. Todo el mundo dice que mucha salida no tiene, así que he decidido llevarle la contraria al sentido común y empezar un doctorado sobre la crisis de la modernidad. Mientras tanto, soy feliz y me desespero buscando trabajo tras haber perdido a mi cliente principal porque ha vendido la empresa. Pero de buen rollito, ¿eh?
Ahora estoy embarcada en esa maravillosa aventura que es saber-qué-narices-quieres-hacer-y-conseguirlo, y por ahora estoy disfrutando mucho de la ajetreada travesía en barco. Recibo encargos esporádicos (a cada cual más surreal), preparo una tesis, ayudo a mi director con sus clases de máster y envío muchos currículos (¡tal como dice la RAE!) a editoriales y juegos online con los que paso mi tiempo libre. Sí, tiempo libre, ¡porque después de años por fin lo tengo! Esto explica mi presencia por aquí y mis ganas de contar, contar, contar... contar tanto, contar.
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