jueves, 5 de agosto de 2010

Con los ojos cerrados

Con los ojos cerrados en Hyde Park y el solecillo de frente. Un par de tumbonas de libra y media y un libro en oferta del Waterstone.

Creo que es uno de los recuerdos más nítidos del viaje. Y posiblemente también uno de los más bonitos.

Estando así me di cuenta de algo que hace tiempo que me olía. Bueno... En realidad lo sabía a ciencia cierta, pero no lo había notado nunca con tanta claridad. Con los ojos cerrados, respirando despacio, puedes estar donde quieras, con quien quieras... Incluso puedes ser quien quieras sin dejar de ser tú mismo. Todo lo que has vivido hasta ahora puede ser sólo un sueño y al abrir los ojos quién sabe si volverás a tu verdadera realidad. Lo había pensado desde hace años, pero nunca había tenido palabras.

Pero eso es sólo la primera fase.

La segunda es una presión en el pecho, cuando te das cuenta de que todo lo que hay fuera de tu cabeza parece falso. La gente, las relaciones entre ellos, las emociones como la felicidad, lo que tus ojos ven, lo que tus oídos oyen... Nada es lo suficientemente intenso comparado con lo que de repente tienes en tu cabeza. Esa sensación de Ser y la angustia que te aprieta el pecho como una medusa. Entonces respiras más rápido y te das cuenta de que no has terminado de regresar al mundo real/exterior. No sabes exactamente dónde estás, así que buscas algo para beber, un olor penetrante, un tacto característico o (en última instancia) te clavas las uñas con todas tus fuerzas. Porque el dolor sí que es real dentro de ti, y los sentidos en los que menos reparamos en estos casos son también los más fidedignos.

Y luego viene la fase tres.

Cuando caminas como zombi por la calle, sin pisar del todo con los pies en la tierra y mirando la cara de cada persona que te cruzas. Porque tiene que haber alguien más que se haya quedado atascado como tú. Y casi siempre son ojos apagados y distantes. Sabes que te miran, que te reconocen, por un momento dejas de estar sola y luego de repente se pierden entre la multitud y no vuelves a saber de ellos. Pero te vas a casa un poco más tranquila porque te sientes menos loca con la sensación de que alguien te ha visto.

Ya he vuelto de Londres, y éste es uno de los pensamientos que me he traído. No sé si alguien más se trae esta especie de recuerdos, pero a mí siempre me hace ilusión cuando un nuevo Pensamiento Peregrino surge. Fuera de mi cabeza el viaje ha ido muy bien, dentro ha habido algún que otro susto. Ahora estoy en casa de mis padres y espero poder tranquilizarme antes de volver a Barcelona el lunes que viene.

Me alegro de volver a actualizar.

2 comentarios:

Tiberio dijo...

Me alegra volver a leerte :)

Mientras tú estabas en Londres yo estaba en Roma! lo cual no tiene la mayor relevancia si no fuera porque he sacado una foto para ti, creo que te va a gustar. A ver cuando la descargo y te la envío :)

Danny dijo...

Yo ya tenía rato sin verte, de hecho me acababa de dar cuenta de que ya era hora de que regresaras.


Un saludo.

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