domingo, 1 de mayo de 2011

Hermenéutica

Hoy estaba leyendo un texto de Mircea Eliade y he tenido que correr a la RAE cuando me he encontrado con esta palabra. Es el típico término que encuentras de vez en cuando y cuyo significado más o menos intuyes, pero que nunca llegas a entender del todo hasta que lo buscas en un diccionario. Y luego te das cuenta de que tal vez lleves años usándolo mal (algún día hablaré de mis Top 10 meteduras de pata con palabras).

Así que me ha picado la curiosidad con esto de la hermenéutica. La RAE lo define así en una de sus acepciónes:
1.f. Arte de interpretar textos, originalmente textos sagrados.

Así pues: ¿¡Qué cojones está pasando en mi carrera para que ni una vez nos topáramos con la palabra HERMENÉUTICA!?

Quitando el tema de los textos sagrados, nos quedamos simplemente con "arte de interpretar textos". ¿Cómo no nos han podido decir que nuestra labor traductora consiste en una labor hermenéutica de los textos con los que trabajamos? Ni una sola vez en cuatro años, ni la menor referencia en las clases teóricas. Sinceramente, estoy flipando colorines y albóndigas.

Entiendo que haya quien opine que la traducción no es hermenéutica, pero me parece descabellado que ni siquiera nos hayan dado la oportunidad de considerar esta hipótesis. Uno de los mayores errores al hablar de traducción es que la gente piensa que el truco consiste en traducir palabras. Tú coges la palabra "cat" y pones "gato" en castellano. Y adiós problema. Yo siempre he defendido que la labor del traductor es expresar lo que hay detrás de las palabras: lo que quieren decir. Por eso el traductor tiene que ser el mejor lector del texto y el que mejor lo entienda. Si estuviera en mi mano, yo pondría talleres de lectura para que la gente entendiera de verdad un texto. No quiero ni pensar en las toneladas de ironías que se deben de haber perdido recientemente con los niveles de comprensión lectora que hay por ahí.

Lo queramos o no, las palabras no son más que medios para expresar ideas. Tú tienes una idea en tu cabeza y usas las palabras para revestirla, para explicarla. Si te fijas bien, el mero cambio idea=>palabra es ya una traducción con cambio de medio. Por eso mismo es absurdo dejar que el peso caiga sobre la palabra y no sobre la idea.

A mí me parece algo de cajón. Así que cuál ha sido mi sorpresa al ver que no todos opinan así... De hecho, por lo que me va comentando nuestra entrañable becaria, la universidad se va orientando poco a poco al ámbito contrario. Enseñan a buscar equivalencias a las palabras, pero nadie repara en que el texto en castellano complete su función. Nadie sabe por qué un texto está escrito así, ni cuálsería su equivalente en castellano. El equivalente a las frases sustantivas de los japoneses son nuestras frases con verbos y movimiento, por ejemplo. El equivalente a los constantes adverbios, son perífrasis en castellano.

Así acabamos luego, que un texto coloquial para niños de 14 años se convierte en castellano en un manual sobre el sentido profundo de la vida. O un texto la mar de natural acaba por convertirse en una espiral interminable en la que ya no sabes lo que dicen. La gente se pega mucho al texto, pero que yo sepa lo que consigue es justo lo contrario de la equivalencia que busca.

Vuelvo a estar un poco tocada, ¿se entiende lo que digo? ¡Próxima entrada Loquillo, prometido!

1 comentarios:

Karstiel dijo...

Me acuerdo de estar en clase de pequeño y nos hacían leer algo y luego nos preguntaban... ¿qué has leído?

Yo creo que muchos entes seguirían repitiendo sus propios universos en lugar de lo leído :D

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