lunes, 15 de agosto de 2011
No, no voy a hablar de la manipulación de las estadísticas. Ni del índice de la deuda, ni del IBEX, ni del Euribor (malditos sus muertos, sigue bajando, hombre) ni tampoco del porcentaje de niños que no acaban la secudaria. Hay otros índices o indicadores más graciosos que esos, pero con mucho menos prestigio en los medios y no tan populares. A mí personalmente me gustan los que, tras una larga convivencia con alguien, te muestran el estado de una persona. Yo me he encontrado dos, que para algo soy la persona con la que más tiempo he convivido.
Uno de ellos es el indicador de cansancio del ojo derecho. Aunque una intenta disimularlo es inútil negarlo: soy asimétrica y tengo el ojo derecho notablemente más cerrado que el izquierdo. Mientras que el izquierdo es un ojo normal aunque cegato, el derecho señala mi nivel de cansancio. Cuanto más cerrado está, más cansada me encuentro y no necesariamente por falta de sueño. El izquierdo puede seguir tan abierto y vivaracho como siempre, mientras que a su derecha hay un ojo soñoliento cerrado de par en par y que de vez en cuando se entreabre ligeramente como dándose la vuelta en sueños.
Mi segundo indicador es el de estrés y es el estado de mis cejas. En serio, ahora mismo estoy investigando si se puede aplicar a más mujeres que se depilan las cejas. Al menos para mí, es lo primero que descuidas cuando no tienes tiempo para nada. Luego ya viene todo lo demás... Y terminas viendo a las mujeres de tu alrededor de punta en blanco, con sus tacones, su ropita bien combinada y su maquillaje mientras te mueres de la envidia. ¿Cómo demonios lo hacen? En serio, cuando me diseñaron debieron olvidarse de bajar esa aplicación.
Tonterías, vale. Pero son estas pequeñas cosas de la gente las que hace que se conviertan en individuos reales y con color. No sé... Como los personajes que se enchufan parches de nicotina o que siempre tienen un cigarrillo en la boca aunque nunca lo enciendan. Si la percepción de los personajes de ficción se ve enriquecida por esos detalles, yo creo que lo mismo pasa con la gente de carne y hueso. En el momento en el que ves a alguien con sus pequeños indicadores, lo estás viendo más nítidamente que al resto de la gente y por lo tanto tiene otro "color de realidad". Eso tiene su encanto, ¿no? Para bien o para mal, claro está. Je, je.
En fin, cosas en las que piensa una mientras prepara la maleta para volver a Barcelona... Y echarse a temblar.
Uno de ellos es el indicador de cansancio del ojo derecho. Aunque una intenta disimularlo es inútil negarlo: soy asimétrica y tengo el ojo derecho notablemente más cerrado que el izquierdo. Mientras que el izquierdo es un ojo normal aunque cegato, el derecho señala mi nivel de cansancio. Cuanto más cerrado está, más cansada me encuentro y no necesariamente por falta de sueño. El izquierdo puede seguir tan abierto y vivaracho como siempre, mientras que a su derecha hay un ojo soñoliento cerrado de par en par y que de vez en cuando se entreabre ligeramente como dándose la vuelta en sueños.
Mi segundo indicador es el de estrés y es el estado de mis cejas. En serio, ahora mismo estoy investigando si se puede aplicar a más mujeres que se depilan las cejas. Al menos para mí, es lo primero que descuidas cuando no tienes tiempo para nada. Luego ya viene todo lo demás... Y terminas viendo a las mujeres de tu alrededor de punta en blanco, con sus tacones, su ropita bien combinada y su maquillaje mientras te mueres de la envidia. ¿Cómo demonios lo hacen? En serio, cuando me diseñaron debieron olvidarse de bajar esa aplicación.
Tonterías, vale. Pero son estas pequeñas cosas de la gente las que hace que se conviertan en individuos reales y con color. No sé... Como los personajes que se enchufan parches de nicotina o que siempre tienen un cigarrillo en la boca aunque nunca lo enciendan. Si la percepción de los personajes de ficción se ve enriquecida por esos detalles, yo creo que lo mismo pasa con la gente de carne y hueso. En el momento en el que ves a alguien con sus pequeños indicadores, lo estás viendo más nítidamente que al resto de la gente y por lo tanto tiene otro "color de realidad". Eso tiene su encanto, ¿no? Para bien o para mal, claro está. Je, je.
En fin, cosas en las que piensa una mientras prepara la maleta para volver a Barcelona... Y echarse a temblar.
Etiquetas: Pensamientos peregrinos
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