martes, 4 de febrero de 2014
Creía que nunca diría algo así, pero creo que debería leer a Aristóteles. De tanto salir en las clases del máster, a una acaba por picarle la curiosidad.
¿Será que las humanidades se están apoderando de parte de mi cerebro? He leído a Goethe y lo encuentro interesante, adoro a Thomas Mann y si alguien me regala un recopilatorio de tragedias griegas le estaría eternamente agradecido. ¡Sé quiénes son Rilke, Hölderlin y Novalis, por amor de dios! ¡Que alguien lo pare!
Sin embargo, me doy cuenta de que a mis clases de la alta cultura les falta algo. Lo noté el otro día, hablando de La noche oscura del alma de San Juan de la Cruz (poemilla místico-sensual). Ese poema se me hace inconcebible sin la canción de Loreena Mckennitt, como la dama de Shalott o Greensleeves. Lo mismo me ocurre con la concepción de "vida". No puedo entenderla sin remontarme al Paradize de Indochine, por muchas vueltas que dé a lo que dice Goethe en su Fausto. Y cuando hablan de la utilización de la imaginería religiosa, yo solo puedo pensar en el Judas de Lady Gaga (no voy a decir por qué... es que Norman Reedus es muy guapete, jo).
Se me hace raro que no se establezcan más relaciones con lo que aprendo. Es como si la alta cultura, para entendernos, permaneciera en su torre de marfil al margen de la vida. Yo no puedo entenderlo así. Es cierto que tiene mayor profundidad y unos matices de los que carecen las obras más populares, pero también ellas cumplen su función. Hacen que el arte, la literatura y el pensamiento pasen a la vida... la vida de verdad, la de poner los garbanzos a remojo (y no te olvides del bicarbonato). Aunque también puede ser un terrible medio de control de masas.
Qué curioso, nunca me había considerado tan afín a la vida física. A la vida de experiencia, de anécdota, de recuerdo, de aquí y ahora. Lo vivido en lugar de meditado.
Se me hace raro que no se establezcan más relaciones con lo que aprendo. Es como si la alta cultura, para entendernos, permaneciera en su torre de marfil al margen de la vida. Yo no puedo entenderlo así. Es cierto que tiene mayor profundidad y unos matices de los que carecen las obras más populares, pero también ellas cumplen su función. Hacen que el arte, la literatura y el pensamiento pasen a la vida... la vida de verdad, la de poner los garbanzos a remojo (y no te olvides del bicarbonato). Aunque también puede ser un terrible medio de control de masas.
Qué curioso, nunca me había considerado tan afín a la vida física. A la vida de experiencia, de anécdota, de recuerdo, de aquí y ahora. Lo vivido en lugar de meditado.
Hm... Creo que el pensamiento que tan claro parecía en mi cabeza comienza a desdibujarse. Yo estaba hablando de Lady Gaga, ¿no?
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