domingo, 27 de junio de 2010
La memoria es algo curioso. Guarda en un cajón de sastre recuerdos de años y años que, disimuladamente, parecen no estar. Hasta que un día, como si se tratara de Proust y su magdalena, vuelven a tu cabeza con semejante viveza de colores que parecen cuadros pintados en alguna parte de tu cabeza.
El otro día me levanté pensando en una noche de finales del año pasado. Debía de ser en invierno, porque yo volvía del trabajo y ya era plena noche. Medio llovía. En la manzana anterior a mi casa vi dos gotas de sangre en el suelo. Estaban ya oscuras y la lluvia se las empezaba a llevar. Después vi el reguero y una mancha muy grande al lado de un portal. Lo primero que pensé, y lo recuerdo claro, es que alguien habría arrastrado una vaca muerta en un saco. Viendo que no tenía mucho sentido, se me iluminó la bombilla y pensé que ahí habían acuchillado a alguien. Llegué a casa con mal cuerpo, me duché y luego me dijeron que en efecto habían apuñalado a alguien.
Era la primera vez que veía un manchote así de sangre y no supe si la víctima había sobrevivido o no. Pero me destempló... Porque esas cosas ocurren en la tele, nunca al lado de casa. Y yo ni siquiera veo las noticias para ahorrármelo.
Del mismo modo, tengo un recuerdo recurrente de cuando era niña. La pluma blanca y lila con la que solía escribir a los siete años. Tenía una raja en el tapón, y cuando se hizo demasiado grande tuve que tirarla porque la tinta se secaba. Por aquel entonces escribía mis historias en un archivador marrón, con hojas con líneas que ocupaban poco más de la mitad de un DIN-A4.
Y yo me pregunto qué hacen estos recuerdos asaltándome ahora, de verdad. Pero son imágenes tan claras que casi asustan.
El otro día me levanté pensando en una noche de finales del año pasado. Debía de ser en invierno, porque yo volvía del trabajo y ya era plena noche. Medio llovía. En la manzana anterior a mi casa vi dos gotas de sangre en el suelo. Estaban ya oscuras y la lluvia se las empezaba a llevar. Después vi el reguero y una mancha muy grande al lado de un portal. Lo primero que pensé, y lo recuerdo claro, es que alguien habría arrastrado una vaca muerta en un saco. Viendo que no tenía mucho sentido, se me iluminó la bombilla y pensé que ahí habían acuchillado a alguien. Llegué a casa con mal cuerpo, me duché y luego me dijeron que en efecto habían apuñalado a alguien.
Era la primera vez que veía un manchote así de sangre y no supe si la víctima había sobrevivido o no. Pero me destempló... Porque esas cosas ocurren en la tele, nunca al lado de casa. Y yo ni siquiera veo las noticias para ahorrármelo.
Del mismo modo, tengo un recuerdo recurrente de cuando era niña. La pluma blanca y lila con la que solía escribir a los siete años. Tenía una raja en el tapón, y cuando se hizo demasiado grande tuve que tirarla porque la tinta se secaba. Por aquel entonces escribía mis historias en un archivador marrón, con hojas con líneas que ocupaban poco más de la mitad de un DIN-A4.
Y yo me pregunto qué hacen estos recuerdos asaltándome ahora, de verdad. Pero son imágenes tan claras que casi asustan.
Etiquetas: Pensamientos peregrinos
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4 comentarios:
La verdad es que la memoria es un extraño instrumento. Guarda en sus capas casi toda tu vida, pero si no lo usas mucho, acaba en capas superiores... y por una buena razón, un buen día el cerebro decide bajarlas a la zona baja de la memoria y de repente todo es muy vívido :S
La memoria es extraña :S
¿Y sabes qué es lo que más me "asusta"? (porque no me asusta exactamente). El hecho de pararme y reparar en ello y para colmo darle trascendencia. No es que sea nada malo, claro... Pero es que la cabeza se me escapa demasiado y yo encima voy y le sigo el juego. Menos mal que me recompensa por otros derroteros :P
A mí la memoria, cuando la tengo acosadada, se escapa por dónde puede y lo peor: quiere.Guerra sucía la llaman.
Y lo peor, ella siempre gana. Sigo preguntándome dónde está el botón de OFF de mi cabeza.
Me alegro de verte de nuevo por aquí.
^_^
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