domingo, 12 de abril de 2009
Hoy hace un día gris, un día de perros. Casi diría que llueve con desgana. Llevo desde el viernes que no me he levantado de la cama más que para ir al baño. He aprovechado para atar unos cabos sueltos del trabajo, entrar en contacto con viejos amigos, leer sobre laberintos y escuchar canciones que hasta había olvidado que conocía. Por suerte ya estoy mejor, aposentada en el salón de una casa en silencio después de pasarme por el chino de abajo para echar un café con leche.
Entre mis devaneos musicales he flirteado con Elvis y me he hartado a hits del verano de Los Bravos, Los Brincos y Los Diablos. Después he acabado en la Movida Madrileña, siempre de la mano de las canciones que se han oído en mi casa desde que era un retaco. Creo que una canción te puede gustar o no gustar. Pero más allá están los recuerdos. Me explico; tal vez si la escucharas ahora no te diría gran cosa porque ni siquiera encaja con tu gusto musical, pero la tienes asociada a cosas tan particulares del pasado que la canción ha dejado de ser canción para convertirse en la banda sonora del recuerdo.
Pues vale. A mí me ha ocurrido con Gabinete Caligari. La culpa fue del Cha cha cha, Al calor del amor en un bar y Camino Soria. Sabía que las había oído alguna vez en casa... Pero al escuchar la voz de Urrutia me he dado cuenta de CUÁNTAS VECES HAN SONADO siendo yo una cría. Crecí con Abba, crecí con los Beatles pero las noches de verano con ese cielo negro que no existe en Barcelona crecí con esa voz grave y áspera. Camino Soria me recuerda a eso, a noches oscuras, en la cocina de mi casa o en el coche, con la puerta del balcón abierta o la ventanilla del coche bajada. Para dejar paso a la noche de fuera. Si ya de por sí Camino Soria transmite esa paz, a mí encima me recuerda a la seguridad de aquella infancia, donde la magia costaba un poco menos de imaginar. Y soñabas con noches de verano, urbanitas, con la vida asomando de farolas y candiles, tras la barra de un bar de los de toda la vida. No de ésos antros fashion que tanto estilan por aquí.
Y entre la Vida, el recuerdo y el día de perros... La voz de Urrutia suena extrañamente acogedora. Como una vuelta a casa.
Entre mis devaneos musicales he flirteado con Elvis y me he hartado a hits del verano de Los Bravos, Los Brincos y Los Diablos. Después he acabado en la Movida Madrileña, siempre de la mano de las canciones que se han oído en mi casa desde que era un retaco. Creo que una canción te puede gustar o no gustar. Pero más allá están los recuerdos. Me explico; tal vez si la escucharas ahora no te diría gran cosa porque ni siquiera encaja con tu gusto musical, pero la tienes asociada a cosas tan particulares del pasado que la canción ha dejado de ser canción para convertirse en la banda sonora del recuerdo.
Pues vale. A mí me ha ocurrido con Gabinete Caligari. La culpa fue del Cha cha cha, Al calor del amor en un bar y Camino Soria. Sabía que las había oído alguna vez en casa... Pero al escuchar la voz de Urrutia me he dado cuenta de CUÁNTAS VECES HAN SONADO siendo yo una cría. Crecí con Abba, crecí con los Beatles pero las noches de verano con ese cielo negro que no existe en Barcelona crecí con esa voz grave y áspera. Camino Soria me recuerda a eso, a noches oscuras, en la cocina de mi casa o en el coche, con la puerta del balcón abierta o la ventanilla del coche bajada. Para dejar paso a la noche de fuera. Si ya de por sí Camino Soria transmite esa paz, a mí encima me recuerda a la seguridad de aquella infancia, donde la magia costaba un poco menos de imaginar. Y soñabas con noches de verano, urbanitas, con la vida asomando de farolas y candiles, tras la barra de un bar de los de toda la vida. No de ésos antros fashion que tanto estilan por aquí.
Y entre la Vida, el recuerdo y el día de perros... La voz de Urrutia suena extrañamente acogedora. Como una vuelta a casa.
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4 comentarios:
La vida se busca su propia banda sonora... A mi me soprendió escuchar de nuevo la canción de lobo hombre en París...
Por supuesto, esa también cayó... ¡Faltaría más! Ja, ja, ja. Pero es curioso cómo esa banda sonora se acaba adaptando tan bien a lo que somos. A los años la recuerdas y quieres que vuelva a formar parte de lo que eres. Qué bucle más extraño.
La banda sonora de mi infancia es la de todos los dibus de los 80 -.-'
¡Y me negarás que es estupenda!
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