viernes, 29 de enero de 2010
Ni siquiera sé si este término existe o si me lo acabo de inventar. Sin embargo, tengo el difuso recuerdo de haberlo leído en alguna parte. Por lo tanto, imagino que alguien más sabio y más culto debió de mentarlo antes que yo. Otra cosa es que nos refiramos a lo mismo.
El espíritu de las edades es para mí algo que existe, pero no se huele. Y mucho menos se ve o se oye. Es algo que no se encuentra en ninguna parte, o tal vez en todas a la vez. Sí, es más bien esto último... Una especie de velo que lo cubre todo y tiñe ciudades e individuos de un color concreto.
No sé si, hablando escuetamente, me referiría a ello como a una conversión de valores y costumbres. No tengo las ideas muy claras, pero me inclino a pensar que es algo más sútil. Que está en el aire que respiramos, en cómo se mueve la sociedad y en lo que soñamos que queremos ser. Es, a grandes rasgos, cómo funciona el mundo; personas incluidas.
He intentado sentarme a pensar y por fin he conseguido recordar dónde he leído yo algo sobre este fenómeno. Curiosamente, fue en ambos casos de boca de personajes sempiternos. Y uso esta palabra porque me encantan las palabras que tienen dos consonantes juntas pertenecientes a diferentes sílabas (como heraldo o averno).
Uno de estos personajes fue el Orlando de Virginia Woolf. Y si no fue Orlando, debió de ser la narradora aplicándolo a Orlando. Para quien no haya leído el libro, Orlando es un personaje excelso, de profunda belleza y más hondo entendimiento, que vivió a lo largo de varios siglos. En el transcurso de los cuales cambio de sexo por gracia divina. Orlando sí que era capaz de adaptarse al cambio en el espíritu de las edades. Del mismo modo en que un día se despertó y se descubrió mujer, con el transcurso de los años cambiaba lo que le rodeaba. En todos estos casos lo adoptó con suma naturalidad: ¿Soy mujer? Pues me pondré vestidos. ¿Que ahora el mundo funciona así? Pues yo lo hago.
El otro personaje en relación con el espíritu de las edades es Lestat, el vampiro de Anne Rice. Como seres eternos, los vampiros viven anclados en el espíritu de la edad que los vio nacer y les resulta imposible adaptarse a los nuevos tiempos. Por eso terminan apartándose de la sociedad y recluyéndose. Entre ellos, Lestat era el único que seguía en contacto con el espíritu de las edades. Y por eso resultaba tan particular y tan cercano al ser humano.
No sé qué opinará el mundo, pero a mí me da la sensación de que nos encontramos precisamente en un cambio en el espíritu de las edades. Las cosas ya no funcionan como cuando yo era pequeña. Veo a gente en el metro, oigo cosas... Y de repente me siento desfasada, obsoleta, porque me hablan de una concepción del mundo (¡Eso es! ¡Una concepción del mundo y de la vida!), que no es mía ni lo que me han enseñado.
¿Nadie se da cuenta de que cuanto más tenemos, menos valor tiene nada y más vacío te quedas ? ¿De que las dificultades son parte integrante de la vida y no una injusticia cósmica contra ti? Lo que más me asusta es la devaluación de absolutamente todo.
Por ejemplo, que alguien quede contigo es un acto bonito. Esa persona podría estar haciendo mil cosas y en su lugar prefiere estar ahí contigo. Es lo que yo pienso cada vez que quedo. para salir. Pero supongo que el valor de la compañía se pierde bastante cuando te llaman sólo para matar el aburrimiento.
Lo mismo ocurre con llamar por teléfono o escribir un mail para comunicarle a alguien una buena o mala noticia. Ahora la gente lo comenta en el Facebook porque es más cómodo. Puede que sí, que sea más cómodo, pero también por eso tiene menos valor. Es como... Si todo se hiciera "de pasada", en lugar de porque se "quiere hacer conscientemente". Yo no creo que se pueda Vivir de verdad si no te enfrentas a cada momento o cada acción con verdadera voluntad. Esos momentos se convertirán en una simple "masa de recuerdos" en lugar de una colección de fotografías que guardar debajo de la cama. En una caja de zapatos.
Ése es el tipo de cosas que no entiendo y de las que me veo rodeada bastante a menudo. No tanto respecto a mí como en el mundo alrededor. ¿Será un rasgo de la nueva edad? No lo sé... Hay quien dice que se debe fluir junto con el paso del tiempo o si no te conviertes en una antigualla. Pero si te dejas arrastrar por la corrientes, ¿entonces dónde quedas? ¿En una alienación borreguística? Me gustan más mis propias leyes, gracias. Yo soy la transgresora. Y últimamente me vuelco más que nunca para aplicarlas a modo de experimento y ver hacia dónde me llevan o si no tienen salida.
Tal vez todo este razonamiento esté equivocado. Que haya una premisa falsa justo al principio o haya un punto clave que no haya visto. Pero como nada de esto está en los libros, no se puede estudiar sino pensarlo. Algo me dice que tengo una visión muy extraña.
Argh... Hoy me siento como para encerrarme en casa y no volver a salir ni exponerme de nuevo a una persona en lo que me resta de vida. Todo, todo es muy raro.
El espíritu de las edades es para mí algo que existe, pero no se huele. Y mucho menos se ve o se oye. Es algo que no se encuentra en ninguna parte, o tal vez en todas a la vez. Sí, es más bien esto último... Una especie de velo que lo cubre todo y tiñe ciudades e individuos de un color concreto.
No sé si, hablando escuetamente, me referiría a ello como a una conversión de valores y costumbres. No tengo las ideas muy claras, pero me inclino a pensar que es algo más sútil. Que está en el aire que respiramos, en cómo se mueve la sociedad y en lo que soñamos que queremos ser. Es, a grandes rasgos, cómo funciona el mundo; personas incluidas.
He intentado sentarme a pensar y por fin he conseguido recordar dónde he leído yo algo sobre este fenómeno. Curiosamente, fue en ambos casos de boca de personajes sempiternos. Y uso esta palabra porque me encantan las palabras que tienen dos consonantes juntas pertenecientes a diferentes sílabas (como heraldo o averno).
Uno de estos personajes fue el Orlando de Virginia Woolf. Y si no fue Orlando, debió de ser la narradora aplicándolo a Orlando. Para quien no haya leído el libro, Orlando es un personaje excelso, de profunda belleza y más hondo entendimiento, que vivió a lo largo de varios siglos. En el transcurso de los cuales cambio de sexo por gracia divina. Orlando sí que era capaz de adaptarse al cambio en el espíritu de las edades. Del mismo modo en que un día se despertó y se descubrió mujer, con el transcurso de los años cambiaba lo que le rodeaba. En todos estos casos lo adoptó con suma naturalidad: ¿Soy mujer? Pues me pondré vestidos. ¿Que ahora el mundo funciona así? Pues yo lo hago.
El otro personaje en relación con el espíritu de las edades es Lestat, el vampiro de Anne Rice. Como seres eternos, los vampiros viven anclados en el espíritu de la edad que los vio nacer y les resulta imposible adaptarse a los nuevos tiempos. Por eso terminan apartándose de la sociedad y recluyéndose. Entre ellos, Lestat era el único que seguía en contacto con el espíritu de las edades. Y por eso resultaba tan particular y tan cercano al ser humano.
No sé qué opinará el mundo, pero a mí me da la sensación de que nos encontramos precisamente en un cambio en el espíritu de las edades. Las cosas ya no funcionan como cuando yo era pequeña. Veo a gente en el metro, oigo cosas... Y de repente me siento desfasada, obsoleta, porque me hablan de una concepción del mundo (¡Eso es! ¡Una concepción del mundo y de la vida!), que no es mía ni lo que me han enseñado.
¿Nadie se da cuenta de que cuanto más tenemos, menos valor tiene nada y más vacío te quedas ? ¿De que las dificultades son parte integrante de la vida y no una injusticia cósmica contra ti? Lo que más me asusta es la devaluación de absolutamente todo.
Por ejemplo, que alguien quede contigo es un acto bonito. Esa persona podría estar haciendo mil cosas y en su lugar prefiere estar ahí contigo. Es lo que yo pienso cada vez que quedo. para salir. Pero supongo que el valor de la compañía se pierde bastante cuando te llaman sólo para matar el aburrimiento.
Lo mismo ocurre con llamar por teléfono o escribir un mail para comunicarle a alguien una buena o mala noticia. Ahora la gente lo comenta en el Facebook porque es más cómodo. Puede que sí, que sea más cómodo, pero también por eso tiene menos valor. Es como... Si todo se hiciera "de pasada", en lugar de porque se "quiere hacer conscientemente". Yo no creo que se pueda Vivir de verdad si no te enfrentas a cada momento o cada acción con verdadera voluntad. Esos momentos se convertirán en una simple "masa de recuerdos" en lugar de una colección de fotografías que guardar debajo de la cama. En una caja de zapatos.
Ése es el tipo de cosas que no entiendo y de las que me veo rodeada bastante a menudo. No tanto respecto a mí como en el mundo alrededor. ¿Será un rasgo de la nueva edad? No lo sé... Hay quien dice que se debe fluir junto con el paso del tiempo o si no te conviertes en una antigualla. Pero si te dejas arrastrar por la corrientes, ¿entonces dónde quedas? ¿En una alienación borreguística? Me gustan más mis propias leyes, gracias. Yo soy la transgresora. Y últimamente me vuelco más que nunca para aplicarlas a modo de experimento y ver hacia dónde me llevan o si no tienen salida.
Tal vez todo este razonamiento esté equivocado. Que haya una premisa falsa justo al principio o haya un punto clave que no haya visto. Pero como nada de esto está en los libros, no se puede estudiar sino pensarlo. Algo me dice que tengo una visión muy extraña.
Argh... Hoy me siento como para encerrarme en casa y no volver a salir ni exponerme de nuevo a una persona en lo que me resta de vida. Todo, todo es muy raro.
Etiquetas: Pensamientos peregrinos
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2 comentarios:
La verdad es que lo que nos cuentas es algo muy marcado y que creo que todas las personas sufren en su vida. Realmente no sabría decir si es el mundo el que cambia, y que justamente ahora está en un cambio, sino más bien diría que el mundo siempre está en movimiento y que es nuestra propia percepción del mundo la que no consigue adaptarse a la suficiente velocidad... Parece lo mismo, pero está el matiz de que dependemos exclusivamente de nosotros.
Hoy se tiende a lo fácil y rápido, así es como se comporta también el mundo y es lo que uno puede encontrar. Quizás en unos años todo cambie, o no... vaya usted a saber :S
Y por mucho que cierres la puerta... ¡quedará una ventana o una pared no lo suficientemente gruesa!
¿Ves?
Por eso mismo te leo y me tranquilizo, hombre. Si es que sigo siendo tan fatalista como siempre. Aysh, aysh, aysh...
Yo sólo sé una cosa. Me he dado un plazo de tiempo. Hasta julio de este año procuraré comportarme de acuerdo a mis reglas. El uno de julio veré dónde estoy, qué he conseguido, qué he perdido y veré entonces si debo dejarme arrastrar por la corriente un poco más o seguir siendo fiel al espíritu de mi propia edad. Verás... si al final resultará que soy anacrónica. XD
P.D. Aunque la ventana sea este pop up de comentarios porque de otra manera no se puede firmar. Jis, jis, jis.
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