miércoles, 6 de enero de 2010
Hoy he sido el centro del universo entero.
Volvía a casa ya pasada la media noche, con la lluvia cayendo aburrida y las calles desiertas. Empapada y muerta de frío. En realidad eran mis pies los que me llevaban, eligiendo semáforos en verde y calles al azar por el entramado del Ensanche.
Cuando me he querido dar cuenta no había una sola alma y de repente me he visto rodeada de estatuas en medio de la calle. Ha sido una situación singular en medio de una ciudad abandonada. Como me gustaba, he avanzado serpenteando entre ellas hasta llegar al pensador de Rodin sentado sobre su columna. Y ahí estaba ese titán de piedra mirando hacia abajo. En un principio he pensado en seguir como si nada, pero me he encontrado plantada de pie justo en el lugar donde posa la mirada. Calándome como una sopa durante varios minutos y mirándole directamente a los ojos. Y de repente juro haber sentido el mundo girando a mi alrededor. Axis Mundi.
Todos los antiguos pensaban que había un Axis Mundi. Y según el pueblo y la cultura el Axis Mundi difería, claro. La cabeza me juega malas pasadas, lo reconozco. Pero también le doy las gracias por regalarme estos extraño momentos de puro sentimiento. Cuando hoy en día parece que la magia está perdida, de repente resucitan sensaciones y conceptos que hace milenios que se han perdido. Y que si han perdurado lo hacen sólo como doctrina. Está bien, me hace sentirme más cerca de una raza con edades de antigüedad. Porque hoy en día lo habremos olvidado, pero hace tiempo esto era precisamente lo que definía al ser humano.
Eso sí, omitiré el detalle de que la estatua me ha parecido más humana que muchas personas. Y también que casi la veo moverse y cambiar de postura. Y también que después de dejarla atrás, todos los maniquíes que había en las tiendas parecían cobrar vida en tanto que las personas se pausaban. Así que he subido el volumen de la música para evitar pensar.
Y de repente me siento más tonta. E incapaz de decir una sola idea coherente. Pero por fin he dejado atrás el año pasado y se inicia el Año Nuevo. Han sido tres semanas para dar el paso, pero los verdaderos ciclos tienen más de un solo día de transición. Ahora me toca volver a darle al Play después de tanto tiempo en Pause. Responder mails, retomar alguna que otra parte de mi vida y dar explicaciones a toda la gente de la que he pasado. Pero este años las Navidades se me han hecho cuesta arriba. Aún tengo que hacerme más grande y más fuerte.
Y no, no puedo dejar de pensar que soy rematadamente idiota.
Volvía a casa ya pasada la media noche, con la lluvia cayendo aburrida y las calles desiertas. Empapada y muerta de frío. En realidad eran mis pies los que me llevaban, eligiendo semáforos en verde y calles al azar por el entramado del Ensanche.
Cuando me he querido dar cuenta no había una sola alma y de repente me he visto rodeada de estatuas en medio de la calle. Ha sido una situación singular en medio de una ciudad abandonada. Como me gustaba, he avanzado serpenteando entre ellas hasta llegar al pensador de Rodin sentado sobre su columna. Y ahí estaba ese titán de piedra mirando hacia abajo. En un principio he pensado en seguir como si nada, pero me he encontrado plantada de pie justo en el lugar donde posa la mirada. Calándome como una sopa durante varios minutos y mirándole directamente a los ojos. Y de repente juro haber sentido el mundo girando a mi alrededor. Axis Mundi.
Todos los antiguos pensaban que había un Axis Mundi. Y según el pueblo y la cultura el Axis Mundi difería, claro. La cabeza me juega malas pasadas, lo reconozco. Pero también le doy las gracias por regalarme estos extraño momentos de puro sentimiento. Cuando hoy en día parece que la magia está perdida, de repente resucitan sensaciones y conceptos que hace milenios que se han perdido. Y que si han perdurado lo hacen sólo como doctrina. Está bien, me hace sentirme más cerca de una raza con edades de antigüedad. Porque hoy en día lo habremos olvidado, pero hace tiempo esto era precisamente lo que definía al ser humano.
Eso sí, omitiré el detalle de que la estatua me ha parecido más humana que muchas personas. Y también que casi la veo moverse y cambiar de postura. Y también que después de dejarla atrás, todos los maniquíes que había en las tiendas parecían cobrar vida en tanto que las personas se pausaban. Así que he subido el volumen de la música para evitar pensar.
Y de repente me siento más tonta. E incapaz de decir una sola idea coherente. Pero por fin he dejado atrás el año pasado y se inicia el Año Nuevo. Han sido tres semanas para dar el paso, pero los verdaderos ciclos tienen más de un solo día de transición. Ahora me toca volver a darle al Play después de tanto tiempo en Pause. Responder mails, retomar alguna que otra parte de mi vida y dar explicaciones a toda la gente de la que he pasado. Pero este años las Navidades se me han hecho cuesta arriba. Aún tengo que hacerme más grande y más fuerte.
Y no, no puedo dejar de pensar que soy rematadamente idiota.
Etiquetas: Penasmientos peregrinos
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4 comentarios:
Son muy curiosos esos momentos en los cuales el cerebro decide que hay que ver más allá y de repente todo se descuadra.
Sin duda es un buen momento para encender el año ;)
Pero ahora me ha visitado Jano. Me dice: Oye, mueve el trasero, baby, que empieza y es hora de caminos y avanzar. Pero a la vez te hace recordar que eres consecuencia de lo que has vivido.
Estoy cansada. Deshumanizada. Quiero apagar mi cabeza.
eso del play incluye también emails de tu cuenta gmail? :p
te invitan a comer y ni señales de vida... muy feo eso ;p
¿Sabes?
Gracias a ti tengo un amigo nuevo. También se llama Pol. Pero me dijo que no gracias, que escuchó un par de canciones pero que a él no le gusta Indochine. Ahora mismo te voy a escribir para disculparme. T_T
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