martes, 8 de diciembre de 2009

El imaginario del Doctor Parnassus

Es extraño verme en el cine, pero el sábado pasado me animé a ir con un par de amigas a ver esta película cuanto menos... Peculiar; sí, dejémoslo ahí.

La historia cuenta la apuesta entre el diablo, muy majete él, y el Doctor Parnassus para ver quién se quedará con la hija de éste último. El viejo doctor es un ser que le compró la inmortalidad al demonio y ahora vaga por las calles con un espectáculo de teatro ambulante acompañado de su hija y un par de ayudantes. El número en sí parece un show de lo más pobre y normal, pero hay un espejo mágico que conduce a un universo que, gracias al doctor, adopta la forma de la imaginación de quien lo utilice. Allí se encuentran el bien y el mal, ya que todo sueño y todo deseo puede seguir el buen camino (honesto y noble) y el malo (generalmente el de la tentación). Pues bien, ése será el campo de batalla entre el demonio y el doctor, donde cada uno ofrecerá lo mejor que tiene para captar cinco almas cuanto antes.

Esto es lo único que me quedó claro, de modo que será lo único de lo que voy a hablar en cuanto a la trama.

Estéticamente se puede decir que es un trabajo bien logrado. Las imágenes de la realidad (grises, urbanitas y sucias) se oponen de una manera magistral a los oníricos mundos de ensueño que bien podrían compararse a los escenarios de Charlie y la fábrica de chocolate.

La base de la idea me parece impresionante. Una mente capaz de proyectar en un espacio reducido el universo mental de otra persona e interactuar con ella. Me gusta como visión y pequeña apología de la fantasía... Todos sabemos que esto de que la realidad y la ficción se mezclen me gusta un poquitín de nada.

Pero me parece una lástima que con haya resultado en una trama tan rocambolesca y desordena en la que no se llega a profundizar en nada. Se pasa de un personaje a otro de manera desordenada y de repente surgen consecuencias de unas causas que no se han visto y que no te explican. Cosas que parecen tener una importancia vital acaban en agua de borrajas y sales de la película sin saber lo que has visto y sintiéndote, hay que reconocerlo, un poco tonta.

Bueno, yo soy la que adora La liga de los hombres extraordinarios por su estética y la vería una y otra y otra vez. Así que tampoco me puego quejar. Creo.

¡Me he propuesto volver a hablar de cosas de verdad en el blog!

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