martes, 22 de diciembre de 2009

Sobre por qué la traducción es un proceso creativo

Hoy no tenía que hablar de Traducción según mi planning, pero acabo de darme cuenta de que mi día sigue sin tener horas suficientes para actuarlizar el blog sin falta. Así que lo dejo en la recámara hasta que mi vida logre reequilibrarse.

Y como esta noche me he pegado un buen panzón a traducir, voy a decir por qué la traducción es un proceso creativo. A ver, llevo horas devanándome los sesos para hacer que cosas que no entiendo suenen bien y "parezcan" comprensibles. No puedo más, necesito reivindicar algo para desfogarme.

En la carrera de Traducción e Interpretación hay una asignatura que se titula Teoría de la Traducción, muy explícita ella. La mayoría de la gente considera que es absolutamente inútil, como todas las asignaturas que te hacen pensar en el por qué de las cosas. y no te dan una respuesta clara porque no la hay. A mí me gustaba y, entre otras cosas interesantes (y con aplicaciones prácticas) se me quedó grabada una muy clara. Según el Nomenclator de la Unesco donde se organizan todas las áreas del saber, la traducción tiene una doble clasificación. Una con el código 570112 dentro de la Lingüística y otra dentro de las Artes. Luego me enteré de que me mentían y que no está clasificada como arte, pero bien que podría.

Esta doble clasificación (ahora inexistente) viene de un debate que se ha arrastrado durante años y años. ¡La traducción es una ciencia! ¡No, es un arte! Está claro que para el Plan Bolonia es una ciencia, puesto que han retirado casi todas las asignaturas de la carrera que lo relacionaban con el Arte. Pero allá ellos...

A mí no me extraña que este debate siga candente. La traducción tiene su vertiente especializada (con textos médicos, jurídicos, técnicos y científicos) y su vertiente literaria (películas, documentales, traducción periodística, literaria), etc. Y estoy casi segura de que para estos dos tipos de traducción se utilizan procesos mentales diferentes. No es lo mismo trasladar un texto que reescribirlo para que funiones en el texto meta.

Es decir. Que si tengo que traducir un poema, tengo que escribir un poema. Si tengo que traducir chistes de palabras, tengo que inventarme chistes de palabras. Si tengo que traducir una canción, tengo que componerla. Por supuesto muchas de las piezas están en el texto original, pero muchas otras no. Si el autor ha creado un texto desde cero, sacado de su cabecita, el traductor tiene que hacer otro: equivalente y que el autor pudiera haber escrito en castellano de haber sido castellanoparlante. No sólo debe decir lo mismo, sino que los recursos deben ser equivalentes teniendo en cuenta las características de la lengua y el efecto en el receptor debe ser idéntico. Algo bastante más-a-tratar-con-bisturí que un prospecto médico o el mecanismo de un reloj. Es algo así como el logos contra el caos... ¡Y como yo soy la señora del caos, soy la jefa de la traducción! En lo mío no hay reglas ni tampoco un solo lugar donde esté escrito qué es lo correcto y qué no.

Pues eso... Que tengo las neuronas muertecitas porque llevo horas intentando crear un texto equivalente a una obra extremadamente recargada y florida en su original. Los traductores no existimos, somos camaleónicos. Aquello que nos dan, lo transformamos en un reflejo en el espejo pero en otro idioma. Mola. Pero siempre será subjetivo.

¡Y esto incluso Hacienda lo acepta! Que cuando te vas a dar de alta te preguntan si eres traductor or traductor literario.

P.D. Sé que debo muchos mails y cómo sé que la mayoría leéis esto de aquí, os prometo que lo haré en cuanto tenga un poquito de tiempo. Que las compras de Navidad me han dejado baldada.

6 comentarios:

Black Hole dijo...

La verdad es que hay unos cuantos trabajos en los que la ambivalencia está clara y realmente pertenecen a ambos campos.

Lo mismo abogo por el lado informático (degeneración profesional) dado que muchas veces eso de que es una ingeniería se queda en el aire porque hay que improvisar e imaginar todo...

Addictive Epicurean dijo...

Hum... Jo a mí me gustaría tener una estructura así, básica y para tontos de cómo funciona tu trabajo. Jopé, en cuanto se anuncien un par de series que llevo, me gustaría poner casos prácticos de juegos de palabras que he tenido que inventar. Es que es lo peor de lo peor, pero un grandioso ejercicio mental. Y gracioso... Como los juegos de pensamiento lateral ^^

Marcos dijo...

Aparte de que hay traducciones que mejoran el texto original, y de que la traducción es un bien de primera necesidad (1), no creo que la traducción sea un proceso creativo...

Es un trabajo de investigación, de inteligencia, de erudición, de sensibilidad y empatía, pero desde mi punto de vista no puede considerarse creativo (aunque también es cierto que le doy más importancia al fondo que a la forma, tanto en el ensayo como en la narrativa).

PS. Tampoco considero creativo el ensayo, creo... no sé... La verdad es que debo pensar esto con más detenimiento. Quizá no esté de acuerdo ni con lo que acabo de escribir.

Saludos.

1. Hace unos tres o cuatro años escribí un texto sobre la traducción que rescato de la arqueo-red:

Hace miles de años, los seres humanos hablaban todos el mismo idioma y las mismas palabras. Y sucedió que un día salieron del vasto desierto de Oriente y durante mucho tiempo recorrieron tierras y caminos hasta llegar a un frondoso valle donde decidieron asentarse. Y se dijeron los unos a los otros, levantemos aquí una ciudad y construyamos una alta torre, cuya cúspide llegue al Cielo, para estar a salvo de todo mal.

Pero sus esfuerzos fueron advertidos por el dios, Yavé, que, temeroso de ser desenmascarado, decidió destruir tan magnífica construcción y dispersarlos por cada punto del planeta. Y, aterrado aún por el imparable poderío que representaba la humanidad, intentó separarles y confundirles haciendo que cada pueblo hablase en una lengua distinta.

Sin embargo, valientes e indómitos, los seres humanos se rebelaron a su tiranía y buscaron la manera de comunicarse entre ellos. Así nacieron los traductores, ángeles rebeldes cuyo amor por el entendimiento entre las gentes ha sido, sin duda, herramienta esencial para alumbrar los escasos momentos en que los seres humanos han conseguido superar sus diferencias.

Addictive Epicurean dijo...

Yo no soy lingüista, sólo traductora de profesión. Pero a mi ex profesor de Teoría de la Traducción le hubieras ocasionado un jamacuco nervioso y ahora mismo estaría lanzando resoplidos y hablando de la salsa romesco. O si no de Bisbal y el foco en el escenario. Era todo un personaje...

Creo que la traducción varía según el género en el que la enmarques. Yo no sé si diría que la traducción académica puede ser considerado un proceso creativo, más allá de la elegante y adecuada elección de las palabras. Del mismo modo, entre lenguas cercanas los equivalente están muy asentados y la desverbalización de las ideas tampoco es tan grande.

Ahora bien, yo traduzco principalmente del japonés y en eso asiento mi experiencia. (Que tampoco es mucha, ¡tengo 26 años! ^^U). Ahí la desverbalización es absoluta. Es decir que entonces la información a retener en tu cabeza se divide en dos grupos:
- Información denotativa: Decir lo mismo.
- Información connotativa: Decirlo con el mismo valor.

Tu mente entra así en modo centrifugación y piensa XXX posibilidades para encontrar la opción que más se ajuste a estos baremos. Como si buscaras la frase exacta para expresar lo que realmente quieres en una novela, hasta los matices. Es como trabajar con humo.

Jopé es difícil de explicar sin ejemplos. Lo siento. Por suerte estoy preparando un post con mis grandes problemas traductológicos (canciones, chistes de palabras, diálogos con humor, elaboración del carácter de personajes según rasgos verbales) y lo podremos discutir a gusto. Que es como se aprende. Si no me aburriría mucho...

Marcos dijo...

Bueno, en el caso del japonés sí podría ser cómo señalas, dado que el abanico de posibilidades creo que son mucho más amplias.

De todas maneras, quizá el problema de partida de este análisis es que no se puede generalizar. Supongo que hay traducciones que sí demandan creatividad, además de ingenio y erudición, para conseguir reflejar en un texto el fondo y la forma del original, como puede ocurrir con la poesía; y otras en las que se traduce de forma semiautomática.

Addictive Epicurean dijo...

Con un poco de suerte pronto podré empezar mis posts sobre problemas de traducción. Todo depende de cuándo anuncie las licencias el cliente... Anécdotas graciosas tiene que haber, que el otro día recité en una cena la última canción que adapté y mi parte de la mesa se empezó a reír. XD

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